A continuación, mi pequeño homenaje a Christopher Priest, que hace bien poco falleció.
Lo primero, agradecer esta entrada de la Enciclopedia de Ciencia Ficción, que aclara muy bien cuáles son las novelas que corresponden al particular mundo del “archipiélago del sueño”, el muy priestiano “the Dream Archipelago”:
https://sf-encyclopedia.com/entry/priest_christopher
Son cinco novelas y una colección de
relatos. De las novelas he leído dos, “The Affirmation” (1981) y ahora “The
Gradual”.
Esta es mi edición. The Guardian edition...
Esta es la Sunday Times edition...
Curiosamente hace ya bastantes años leí “Un Verano Infinito”, concretamente en el año 2011. Me gustó. Tengo un buen recuerdo. Un tono romántico, en aquel verano, aquel romance, que se repetía una y otra vez.
Gracias, Minotauro. Hace muchos años que tengo esta edición.
El viaje en el tiempo parece haber interesado a Priest desde siempre. Su carrera como escritor de ciencia ficción es intachable.
Ahora, no voy a mentir. “The Gradual” se me ha hecho un poco cuesta arriba. Tiene los elementos para ser una novela muy atractiva. El personaje principal es compositor de música. Hay viajes en el tiempo. Hay muchos lugares nuevos por conocer. Cierta tensión en el argumento…
… que creo que no se transmite al lector de una forma demasiado satisfactoria.
La simbología de la novela funciona bien, pero también hay que tener cierta perspectiva en la vida. A veces las cosas se complican de forma inesperada. En un viaje, en la propia familia, en el proceso creativo.
Tiene un final más o menos feliz, aunque prefiero no añadir más sobre éste.
Me gustó más “The Affirmation”, una novela mucho más agresiva, más distorsionante. Seguramente “The Gradual” supuso un esfuerzo muy grande para su autor, teniendo en mente una serie de auto limitaciones, queriendo recalcar unos aspectos más que otros, que quizá no necesariamente sean los más atractivos. No es un trabajo hecho para sorprender, figurar o llamar la atención.
“The Gradual” posee una disciplina de escritura pocas veces vista en mi caso. Se atiene a un plan muy concreto. ¿Qué quizá le sobren una serie de páginas? ¿Podría haber sido más corta? Yo creo que sí, pero Priest fue fiel a su plan. Una gradual (perdón por el juego fácil de palabras) explicación de lo que ocurre. Cierto alambicamiento a la hora de hacer entender al lector por dónde viaja el protagonista, qué le sucede, cómo puede ser. Pero el protagonista no lo sabe, por lo que nos vamos enterando poco a poco, aunque nos imaginamos lo que está ocurriendo.
A falta de una explicación que nos pille por sorpresa, una alteración repentina, una novedad que nos explique al protagonista y al lector qué ocurre en esos mares, en esas islas, éste, el lector hace, sin querer, por su cuenta, una serie de suposiciones. Que pudiendo ser más o menos ciertas, al menos avanza en su interior algo. Porque el protagonista está atrapado continuamente en una serie de ceremoniales que tienen que ver con el tiempo transcurrido.
Esto resta emoción e intensidad.
Ahora, como digo, añade verosimilitud. La vida no es una especie de aventura que se va desarrollando con emoción. Es una especie de repetición extraña. Y con el tiempo, conocemos, llegamos a conocer a personas que han padecido esas mismas repeticiones que antes nos parecían extrañas, ahora no tanto, y nos acostumbramos, nos resignamos.
Hacia el final de la novela convergen poco a poco, con bastante acierto, estas dos corrientes tan diferentes. Una podría relacionarse con la juventud y la audacia; la otra, con la madurez de la vida más adulta.
El protagonista va en busca de lo que realmente quiere. No se deja llevar por emociones que le impiden concentrarse. Al principio de la novela, alguien, no sabe quién, le copia, le fusila una composición musical. Es un tema recurrente a lo largo de la historia. Al final, nos enteramos de las circunstancias del plagio. Pero en realidad poco importan. El autor compositor protagonista digamos que va soltando lastre en cada uno de sus viajes por las islas del archipiélago. Hasta que sabe perfectamente cómo actuar. Le cuesta lo suyo. Al lector también.
Dicho esto, qué le vamos a decir a alguien que quiera atreverse con “The Gradual”. Pues que seguramente hay otras novelas de Priest que puedan ser más atractivas. Y si ya conoce las habilidades de Priest para construir estados mentales que pueden bascular entre lo peculiar y el extrañamiento, adelante.
Por si acaso, aquí un mapa de las islas.
Yo mismo espero volver a Chris en algún momento. Claro que sí.
Gracias. Thank you.