Qué decir de Traven, el escritor fantasma por excelencia, ¡incluso podría ser el mismísimo Jack London! (como cuenta una de las leyendas relacionadas con él).
Escritor nacido en Alemania, en 1882.
Es curioso que el artículo de Wikipedia en español da esta fecha de nacimiento mientras que el artículo en ingles no ofrece ningún dato al respecto (tampoco es tan importante).
“The Carreta” es la sexta novela que leo de Traven.
Las anteriores han sido (en orden de su producción):
- The Cotton-Pickers (1926; retitled from The Wobbly)
- The Treasure of the Sierra Madre (1927); first English pub. 1935)
- The Death Ship: The Story of an American Sailor (1926; first English pub. 1934)
- The Bridge in the Jungle (1929; first English pub. 1938)
Círculo de Lectores hizo una labor editorial que hay que comenzar a reconocer urgentemente. “Los recogedores de algodón”, “El barco de la muerte” y “Puente en la selva” los tengo de esta edición, libros de segunda mano que en su momento fueron comprados por alguna razón por su primer dueño o primera dueña, y hoy en día son joyitas adquiridas hace ya unos años a un precio muy razonable.
De las novelas de la jungla, que son seis,
- Government, 1931
- The Carreta, 1931
- March to the Monteria, 1933
- Trozas, 1936
- The Rebellion of the Hanged, 1936
- A General from the Jungle, 1940
He leído las dos primeras, y afortunadamente, tengo las seis a buen recaudo en mi biblioteca, todas en inglés, editadas por editoriales bastante minimalistas. No es fácil encontrarlas hoy en día, especialmente la última.
En realidad, la primera novela que leí fue “El barco de la muerte”. Impresionante aventura marina, que deja una impronta fuertísima. Y es una de esas novelas que conviene leer más de jovencito. Debería figurar más en el canon literario al uso, junto con Conrad, Stevenson, Melville, Twain o el Poe de “Arthur Gordon Pym”. Y no lo estará seguramente por la carga socio-política que posee la obra de Traven en general. Mucha crítica social, denunciante, anarquizante, desasosegante, o antisistema (como se dice ahora). Pero como seguramente lo que se cuenta en “El barco de la muerte” es real, vamos a respetar a este autor por embarcarnos en tan maravillosas aventuras marinas, a pesar de sernos tan desagradables por momentos. No hay romance, ni héroes. Hay realidad, mucha burocracia y (casi) nula esperanza. Desagradables porque uno de los objetivos de Traven, si no el más importante, es atacar la conciencia del lector.
Es curioso cómo hoy en día se ha establecido como algo bastante habitual y aceptado socialmente afrontar lecturas de largas novelas negras, o policíacas, en las que se cuentan o relatan espeluznantes casos. El lector, presumiblemente, está de parte del sempiterno o sempiterna inspectora de policía, investigador de turno, o alguien más o menos aficionado a meterse en líos por sí solo. Como son historias lejanas, ficticias, mucha sangre, violencia, maldad, etc… pero a fin de cuentas eso en mi barrio no pasa.
Y luego es más que curioso, frustrante, observar cómo hay cierto tipo de literatura que no conviene que sea del todo popular, porque apela a pensar por nuestra cuenta, a concienciarnos, y eso ya puede ser más peligroso que un asesino en serie.
En resumen, con el caso de Traven uno se plantea verdaderamente que los cánones literarios existen, nos rodean, nos afectan, nos maquillan, nos coartan, nos privan de libertad, nos manipulan. Muchas veces con la excusa de que es lo bueno lo que perdura, lo que consigue editarse año tras año, lo que realmente pide el público, lo que es realmente pero realmente bueno… y por el camino se van quedando obras que no se editan hace muchos años, olvidadas, cuasi-censuradas. Menos mal que el auténtico editor, el o la valiente que se atreve, nos rescata de vez en cuando algún título.
Mirando en la base de datos de libros editados en España (fuente: Ministerio de Cultura), desde que Acantilado editara en 2008 y 2009 “El barco de la muerte” y “El tesoro de Sierra Madre”, no se ha vuelto a editar ninguna obra de Traven. Algo decepcionante, y si no fuera por estos dos títulos de Acantilado, una de las mejores editoriales de este país, nos tendríamos que ir a finales de los años 80 del siglo XX, y quedarnos con esas ediciones del desaparecido pero consistente Club de Lectores.
Y ya puestos a pedir en temas marinos, estaría bien que se reeditara “El enigma de las arenas” del interesante personaje irlandés Erskine Childers.
“Puente en la selva” fue la segunda novela que leí de Traven, y aunque no posee la fuerza narrativa de “El barco de la muerte”, me atrapó. Una historia más sencilla, ya trasladada a suelo mexicano. A todos nos encanta la película de John Huston “El tesoro de Sierra Madre”, y la novela tampoco defrauda. Si no fuera por Huston… ¿qué habría sido de ella? Una auténtica novela de aventuras. ¿Quién lee hoy en día novelas de aventuras? Parece que los jovencitos deben leer a Jules Verne, y después pasar a otra cosa. Una pena.
“Los recogedores de algodón”, enmarcada en una zona de producción algodonera, recoge las desventuras de hombres que trabajan y trabajan y trabajan, y los mejores de ellos (mejores por ser más fuertes físicamente, mejor adaptados, tener una educación algo mejor que la media) pueden ahorrar algo y largarse a otro sitio. Hay un crimen de por medio. Y un final bastante esperanzador.
Traven, y esto vale para cualquiera de sus novelas, describe a golpe de machete (como he leído en algún sitio), no se deja llevar por florituras, ni adornos ni una estética concreta. Pero es uno de los mejores abriendo el camino, que es de lo que se trata. Y saca oro de situaciones aparentemente inanes, cotidianas, incluso aburridas, y va tejiendo un hilo de actitudes, pensamientos, situaciones y posibles consecuencias… que acechan poco a poco a los protagonistas de sus historias. Lo dice todo tan clarito, que nadie con un mínimo de sensibilidad quiere dejar de leer qué es lo que realmente ocurre en esa plantación, camino o pueblucho.
Las novelas de la selva (The Jungle Novels)
“Government” es la primera. Gobierno. Traven explica con paciencia cómo es eso de ir adquiriendo poder, influencia y fortuna. Se comienza con una pequeña tiendita, trabajando mucho, eso sí. Explotando a los que te rodean. Y poco a poco la explotación aumenta. Y alguien, esa araña que va construyendo su tela, va cosechando por aquí y por allí. El soborno constante ayuda. Las autoridades harán la vista gorda, siempre que caiga algo en la mano. Desde el simple funcionario de un poblado de mala muerte, hasta el que tiene una mejor posición en un pueblo grande. La ambición de acumular más, la obsesión por alcanzar más. Quien esté en mejores condiciones, quien aguante mejor esta dura carrera de fondo es quien realmente conseguirá el poder tarde o temprano.
Surge el Porfiriato, de Porfirio Díaz, el dictador mexicano que duró hasta 1915. En 1910 comenzó la Revolución que nadie sabe en qué términos acabó, o realmente cuando.
En “The Carreta”, la segunda, se explica desde los estratos más pobres cómo funcionaba, o en qué se basaba, la prosperidad del país. Básicamente, la población indígena (indios originarios, y también mexicanos pobres) era esclava. Por una serie de leyes y costumbres, los trabajadores constantemente estaban endeudados con sus capataces. Y no había manera de saldar la deuda, por muchos años que se trabajaran. Traven narra e instruye. Y en “The Carreta” hay unos capítulos especialmente brillantes en los que describe las fiestas de un pueblo, que duran dos o tres semanas. Los que tienen algo de autoridad se encargan de ejercerla oportunamente, de conseguir sus correspondientes sobornos y trapicheos varios y numerosos. Los que pueden dejar de lado el trabajo cotidiano por unos días, se emborrachan, se gastan lo que tienen y no tienen, se endeudan mientras creen que descansan y disfrutan.
Y vuelven al trabajo. Cada carreta, vieja, demacrada, gastada es responsabilidad de su conductor. Y la carga que lleva encima. Conducirla por los caminos empedrados, embarrados, a unos pocos centímetros de espectaculares precipicios... el riesgo de ataques por parte de forajidos... El conductor debe tener pericia, coraje, experiencia, y saber ayudar al resto. Si algo sale mal, su deuda aumenta. Si todo va bien, lo único que hace es retrasar en algo el aumento de su deuda para con su capataz.
Y aún así, tienen algo de libertad. Las monterías deben ser peores. A esas todavía no he llegado. "March to The Monteria" es la siguiente en el ciclo. El protagonista debe abandonar a su novia, joven india con la que se ha comprometido, para ir a rescatar a su padre que ha caído en desgracia por una deuda, y es tratado como un esclavo en una plantación.
Tal y como se describe la situación, que hubiera una Revolución parece
algo lógico. (fuera
como fuese ésta, que no soy ningún experto en la materia ni mucho menos).
Un pequeño párrafo de la novela, de lo más revelador. Que cada uno y cada una saquen sus propias conclusiones.
Esta es mi edición.