“Los tres estigmas de Palmer Eldritch”...
Solamente el título daría para muchísimas conversaciones. No es fácil definir lo que es un estigma. Supuestamente, ya sea en las manos, en los pies, o en el costado derecho, de repente se manifiestan unas heridas parecidas a las que tuvo que sufrir el mismísimo Jesucristo en la Cruz.
Y Palmer Eldritch es un tipo cuyos ojos, manos y dientes poseen estigmas. Estas partes de su cuerpo se han metamorfoseado en algo metálico, inhóspito, lejano.
En la siguiente cubierta, la de la primera edición, aparecen la mano, el ojo y la dentadura.
La cubierta de SF Masterworks tampoco tiene desperdicio.
Novela de 1965. Tuvo que competir nada menos que con “Dune” en los Premios Nebula, siendo finalista. Ganó “Dune”, of course.
Y han coincidido casualmente en mi horizonte lector primero “Dune”, para posteriormente retomar mi lectura cronológica de las obras de Dick... ¿Una señal?
Circula por Internet la mítica cubierta que en 1975 la editora Manor usó para esta novela. Y que antes y después, 1972 y 1978 se utilizó también para editar “Dune”.
Y añado las notas al respecto que se indican en el maravilloso sitio web www.isfdb.org
· A Manor Book ... 1975
· Cover artist is not credited. No visible signature. Bruce Pennington is confirmed by Jane Frank in Science Fiction and Fantasy Artists of the Twentieth Century
· Illustration was also used for the 1972 and 1978 NEL editions of Dune.
Esta ha sido mi edición. |
La Red está llena de resúmenes de la intrincada historia que se cuenta en la novela.
Básicamente, una vez más, un tipo normal se ve metido en una aventura cósmica, inimaginable al principio de la novela. Y en la parte final, es tal el cacao que se forma, que por momentos uno piensa que si aparta la vista del libro que está leyendo, el mismísimo Palmer Eldritch se va a presentar delante nuestro, con su sonrisa metálica.
Pero ya que tengo tan reciente la lectura de “Dune” voy a
hacer un poco de literatura comparada.
Ambas comparten tres puntos de unión muy concretos: droga, religión y un clima tórrido (tanto en el Arrakis de Herbert como en la Tierra de Dick). De hecho, en la Tierra ya hace mucho más calor que en las diurnas arenas donde habitan los Fremen. ¿Fueron los veranos de mediados de los sesenta del siglo pasado especialmente calientes? Si Herbert o Dick sufrieran los de ahora...
1) El planetólogo Kynes les dijo a los Fremen que en unos 500 años, Arrakis podría ser realmente habitable. Dick describe la ciudad como un creciente infierno, en el que ya existen viviendas subterráneas, en la calle hay gigantescos sistemas de aire acondicionado, y los taxis son como pequeños refugios temporales hasta que uno llega a destino. En este sentido, Dick siempre fue mucho más práctico, directo e imaginativo. La tarea de Herbert era mucho más descomunal: atenerse a las leyes de la realidad para construir un mundo totalmente nuevo, algo que puede irritar al lector que le pide más marcha a sus lecturas; las cosas no son tan rápidas ni sencillas. El caso de Dick es el opuesto. Le va la marcha. Con dos o tres párrafos, de una prosa increíblemente sencilla, te pone al día de lo que hay. Y comienza el viaje. Ambos escritores en este caso se complementan. Diferentes. No comparables.
2) 2) En “Dune”, el melange o especia que provoca visiones del futuro a los elegidos, además de muchos otros efectos físicos o psíquicos a todo el personal, es el catalizador de toda la historia que se cuenta. También está el nemuta, una muy sugerente combinación de música y droga que llega a las capas más escondidas del subconsciente. Aunque es apenas mencionada en toda la novela.
En la novela de Dick, son dos las sustancias que invaden la vida cotidiana de los humanos. El Can-D, candy (caramelo), es una droga digamos que blanda. La usan los colonos que dejan (obligatoriamente, llamados a filas) la Tierra, y se dirigen a diversas colonias humanas del Sistema Solar. Es en Marte donde Dick emplaza la colonia protagonista de la novela. Allí, la vida es tan gris y aburrida que a alguien se le ocurrió desarrollar todo un mundo de miniaturas que representan escenas de la vida terrestre. Y con estos layouts (especie de maquetas a escala), la gente se reúne, toma Can-D, y a través de éste, puede experimentar escenas en las que uno es protagonista, coge un cochecito, se va a la playa con su novia, y habla de sus cosas con ella.
Esto de la miniaturización es ya de por sí impresionante. Solamente por esto, vale la pena leer la novela. Y Dick apenas da detalles. Una de las parejas se gastó sus skins (dinero) en la escena de un psicoanalista, incluyendo el sofá, la mesa, la moqueta y unos libros tremendamente realistas... (ver foto más abajo).
3) Y llegamos a la religión. En “Dune” Herbert se encarga de racionalizar como ya expuse en la anterior entrada de este blog todo concepto religioso que aparece en la novela. Aquella ingeniería. En el mundo de Barney Mayerson, el tipo normal (aunque pre-cog) que tendrá que vérselas con Eldritch, no es que quede mucha religión. Acaso el Neo Cristianismo, o una vuelta a los esquemas de la vieja religión cristiana. Pero resulta que el Chew-Z también tiene su lado de misticismo. ¿De dónde proviene esa droga? ¿Por qué quien la toma acaba por ver a Eldritch? ¿Cómo es que Eldritch se puede meter en la experiencia de todo aquel que ha probado el Chew-Z? ¿Incluye esta droga una sustancia por la que se acerca al Sistema Solar una nueva deidad? ¿O es una manifestación más de Dios?
Curiosamente, por muy poco probable que suene esto, realmente cuando se está dentro de la novela, Dick consigue, ¡¡no sé cómo!!, que el lector experimente una especie de visión mística, que por momentos crea que Dios existe y se manifieste a través del Chew-Z. Creo comprenderlo todo.
Al menos, me tomo en serio lo que escribió Dick, aunque ya tengo mis años. Para un lector adolescente, toda la novela puede sonar a trama genial que lleva al extremo los giros de guión, y se puede divertir. Como siempre, hay humor en Dick, pero no creo que sea un libro para tomárselo a broma. Hay un intento de explicación. Muy, muy nebulosa. Supongo que de alguna manera ya me estoy acercando al 2-3-74.
Y para terminar, ¿qué tal un libro para los místicos que alude a la física cuántica? Lo digo porque Dick incluye en la novela un chiste sobre un gato y una chuleta, y la chuleta desaparece, y lo lógico es pensar que se la ha comido el gato, que pesa lo mismo que la chuleta, una vez ha desaparecido esta... ¿Y dónde está el gato?, pregunta alguien.
Hmm... recomiendo la lectura de “Dios y la Ciencia. Hacia el metarrealismo, de Jean Guitton”. Libro teórico donde también se describen experimentos como el del gato, solo que se supone que hay que observar, y cómo el observador condiciona lo que va a suceder, etc, etc... y a mí todo esto se me mezcla un poco en la cabeza, porque es muy complicado atrapar un concepto sin que se nos escape inmediatamente...
Y... la próxima... va a ser un cambio radical... me alejo de los planeadores años 60 durante una temporada...