miércoles, 28 de agosto de 2019

The Santaroga Barrier (1968) - Frank Herbert

Mi primera incursión en los mundos de Frank Herbert.

Tras leer "Dhalgren", si bien anclada en la ciudad de Bellona, novela global y universal, "The Santaroga Barrier" se adscribe a una parcela muy concreta temáticamente, aunque coincide con la primera en que toda la acción transcurre en un pequeño valle californiano, Santaroga Valley.

Escrita entre el primer y segundo "Dune", Herbert estaba en plenitud de facultades, en su fabulosa década de novela tras novela entre 1965 y 1975 aproximadamente.

Cada uno puede sacar sus propias conclusiones, pero después de leer "The Santaroga Barrier" se me vienen a la cabeza un par de referencias populares anteriores a su publicación: los cómics de Asterix y Obelix (1961) y la película "Planeta Prohibido" (1956).

La poción mágica del cómic en Santaroga se llama "Jaspers", y se la toma cualquier "Santarogan" que se precie, es decir, todos. Es una sustancia que cierto tipo de hongos o setas reparten en forma de esporas. Los efectos aumentan la velocidad de coordinación mental, y sobre todo, favorecen el resurgimiento del subconsciente que todos llevamos dentro. He aquí mi referencia a "Planeta Prohibido".

Herbert va tejiendo a su ritmo (que puede molestar a quienes quieren acción desde el primer momento) una telaraña de causas y efectos que al principio se pueden dar por casualidades o accidentes. Pero poco a poco, el protagonista, Gilbert Dasein, va descifrando la situación real. En este sentido, es una novela muy dickiana, y tiene ecos de "Eye in The Sky" o "Martian Time Slip".

Se dice que bien puede ser una novela utópica o distópica, según se mire. ¿Es el pequeño pueblo galo una utopía? Quizá. Asurancetúrix, el bardo, es ese personaje rechazado por los demás, que no soportan su música. En Santaroga los hay de este tipo. No todos asimilan el Jaspers de la misma manera. Puede surgir un inconsciente molesto.

Se plantea la cuestión, y nosotros debemos pensar en ello. Novela muy de su tiempo. LSD, comunas, ideas de prosperidad social aislada del resto del mundo. Suena demodé.

Herbert escribe bien, y alcanza con nota el desenlace de la novela, que por sí mismo, es un triunfo. Más en el año 2019; su final hoy en día quizá no pudiera ser ni publicable en ciertos estados americanos. Por ser demasiado antisistema. En un sentido económico y social, no político.

Es como si en este país, España, todos nos pusiéramos de acuerdo en no acudir a los bares, restaurantes, y demás establecimientos hosteleros. Como si se descubrieran de repente nuevos espacios comunes de reunión y de avituallamiento. El sector hostelero estaría subiéndose por las paredes. ¡Incluso los millones de turistas que llegasen a España optarían por usar los nuevos espacios! Algo así ocurre en Santaroga respecto a las grandes compañías americanas que dan por sentado su negocio en el 100% del territorio. Y les jode, pero mucho que los Santarogans tengan un comportamiento comercial muy particular, rechazando lo outside, lo Aüslander. En este sentido, definitivamente Santaroga es una utopía. El subconsciente humano es otra historia.

No es particularmente descriptiva la cubierta de mi ejemplar
 

Es otra historia porque el efecto de las drogas son muy diferentes según quién las tome. He aquí la parte más distópica de la novela. Lo mejor de la novela: cómo Hebert poco a poco construye, con paciencia, el efecto del Jaspers en un adulto que lo experimenta por primera vez. Y cómo no es tan fácil sacar conclusiones, incluso para Gilbert Dasein, experto doctor en Psicología.


martes, 6 de agosto de 2019

Dhalgren Dos - Delany Makes it

Ha sido como cuando intentas adelantar a un vehículo en un carretera de doble sentido. Debes calcular el tiempo que te va a llevar la maniobra, teniendo en cuenta la potencia de tu coche, la distancia de la recta por la que vas, y la seguridad con la que piensas que nada ni nadie se va a aparecer por el carril contrario en los próximos segundos...

Gestionas tantas cosas en tan poco tiempo, y te va la vida en ello...

Gestiona también, lo mejor posible, el hecho de cómo entras en Bellona, (ya es suficientemente complicado llegar hasta allí, -como relaté en la anterior entrada-), hasta llegar a vislumbrar la cubierta del libro en tus propias manos (el camión ya está justo delante tuyo). Y resta lo más difícil. Sobre todo, ten en cuenta, piénsalo bien, cómo cojones vas a salir de Bellona (y seguir carretera hacia adelante), si es que sales, y vuelves a entrar... 





Creo que nunca he leído tantas veces las primeras páginas de una novela, mientras a la vez avanzaba con la historia. Nunca he vuelto atrás una y otra vez para comprobar ¿el qué?...

Con novelas como "Dhalgren" los dispositivos electrónicos de lectura pierden toda su utilidad. Más allá de Bellona, lo que triunfa es el papel, y los revolcones que es capaz de soportar sin rechistar.



Portada 1ª edición

A pesar de que el número de personas que se acerquen a leer esto con atención sea ínfimo, no estoy por la labor de escribir ningún spoiler de la novela. Aunque podría tener mis razones.

Rabia, ortodoxia, imaginación. Creo que estas son las tres características que definen la actitud de Delany hacia su novela. Y las tres se complementan muy bien.

Rabia. Delany maltrata al lector como nunca lo he sentido yo al menos. Dejo aquí unas reflexiones de William Gibson:


... is not there to be finally understood...

Resumiendo: "Dhalgren" no debe ser resuelto, finally. A la vez, es un texto coherente, consciente de sí mismo, y llega a ser algo por sí mismo. Verdad. También lo es que se trata de una novela resuelta, no es cuestión de asustar al personal. Lo que ocurre es que está resuelta en el sentido que Delany quiso, y sólo en éste. Está todo tan medido, de aquí la ortodoxia, que Delany en todos los años que dedicó a este trabajo no dejó absolutamente ningún resquicio sin resolver. Otra cosa, como digo, es que sea el lector el que deba acarrear con las consecuencias. Una vez tras otra, cuando parece que alguno de los personajes clave va a soltar prenda, la escena se interrumpe. Al principio uno no se da cuenta. O supone que Delany quiere darle emoción a la cosa. Pero según uno se acerca al final, cuando aproximadamente queda un tercio de tocho, uno piensa que no, que Bellona va a seguir siendo Bellona tal y como es, ahí te quedas, lector, ¿te crees que en la vida todo es tan fácil?, las explicaciones se las vas a pedir a otro, pero aquí no las vas a encontrar. Aún así, la historia se entiende. Claro que se entiende, ¡ojo! Se dan las suficientes claves, porque Delany nos las proporciona. Pero como bien dice William Gibson, "Dhalgren" tiene entidad propia. 
A Frederick Pohl se le cita en la anteportada: la he leído tres veces y probablemente la lea al menos otras tres más. Yo también volvería a hacerlo. Pero creo que no voy a tener tiempo. Una referencia al tiempo, una de tantas: 


...Lanya observa que para componer la banda sonora de la novela, "Diffraction", apenas han estado dos horas en ello. Para Kid han sido quizás veinte minutos...


Delany, más allá de su ortodoxia y de su rabia (aunque también tiene que ver con ésta) se toma sus licencias, que no tienen nada que ver con la estructura de la novela ni con su comprensión. Las largas descripciones sobre los escorpiones, sus salidas o correrías (runs) y sus relaciones (orgías) sexuales entre ellos son cosa suya, como lo pueden ser las descripciones de los paisajes que usaba Stifter en su "El Veranillo de San Martín" (siempre la Naturaleza presente). Aunque en este caso, la formación de Kid es radicalmente diferente. Delany se arriesgó, se la jugó. Por momentos la novela se vuelve un tostón. Lo reconozco. Como pasa con los grandes clásicos también. Pero ahí queda eso. Páginas y páginas describiendo cómo se lo hacen una serie de hombres y mujeres, y aún así, es lo de menos. Toda esa imaginería de cuero, sudor, suciedad, neones, griterío, insulterío, rough sex,... es lo que peor ha soportado el paso del tiempo en Bellona; y habría de aparecer el SIDA, claro. Tarde o temprano, en Bellona, también. Aunque, paradojicamente, para Delany, en su momento quizá lo más importante fuera incluir todo el sexo que pudiera en su novela...

No hay género como la ciencia ficción para colársela al lector. 

De aquí que últimamente haya facciones tan descaradamente políticas en el mundo de la ciencia ficción (¿norteamericana?). 

Descaradamente reaccionarias, quiero decir. Se han apuntado al carro, intentando difundir sus ideas a través de inocentes novelas de fantasía y de ciencia ficción (que no tengo la menor intención de leer, pero sé que existen y están por ahí, y quizá me la cuelen por algún sitio pero intentaré estar bien atento). 

Por esto, es tan importante la crítica y el ensayo en el mundo de la ciencia ficción. No hace falta más que hacer referencia al clásico ensayo de Lem sobre Dick y la sci-fi americana. Es un cuento viejo ya. Pero hoy en día hay que estar incluso más alerta.

Aunque me falta información. Daría mucho por tener más tiempo y poder leer las memorias de este hombre: The Motion Of Light In Water (1988).


Ahondando un poco en el tema, la siguiente frase nos da una clave:


In this city, where nothing happens, it is worth your sanity to refuse anything new (párrafo superior).

¿Qué hacen los habitantes de Bellona a lo largo del día? Una cosa es que a Delany le interesase el sexo. Otra es la coherencia de la novela. Evidentemente, esa ortodoxia implacable le hace seguramente escribir a Delany lo que se supone que los habitantes de Bellona harían si vivieran allí (o cualquiera de nosotros) ¿O no? No hay nada que no sea coherente. Podría cortar por lo sano, quizá: Kid estuvo follando sin parar toda la semana con Tanya y Denis. Vale. Nos hacemos una idea. Son muy jóvenes, por otro lado. Y ahora, ¿sobre qué escribo?

Bastante es que se haya editado un montón de ejemplares de un libro de poemas que da mucho que hablar. Aparezca un astronauta que acaba de volver de la Luna. Se componga música. Se cree una escuela. Pero Delany debe seguir dando cuerpo a la vida que se da en Bellona. Conversaciones, meditaciones, reflexiones, observaciones. La noche. Los edificios. Los espectáculos astronómicos que se dan. También prepararse la comida. Ir al baño, mear y cagar. Trasladarse de piso. Emborracharse. Drogarse. Y aún así, hay que vivir el resto del tiempo. Hay que rellenar nuestra vida: surgen el sexo y la violencia. No hay otra. Por eso también se arman los jóvenes de orquídeas de metal (especie de manos metálicas extendidas y dedos a la manera de cuchillas), de cadenas y de prismas, espejos y lentes... 


...una de las pistas que nos da Delany... (y muy al principio, por cierto)

Otra pista:


Surge Escher, de las pocas referencias expresas culturales que hay en la novela, mientras Denny les enseña a Lanya y a Kid sus más preciados objetos personales (posteriormente salvados de un incendio).

Aquí un ejemplo de la excelsa prosa-poesía de Delany, escribiendo sobre la noche en Bellona:

 ... timeless city... ash and smoke... reconstituted disorder... 

Hay algo de la imaginería de Lovecraft en todo ello, haciendo referencia al tiempo, a las deidades, a lo apócrifo, al caos, y a una posterior reproducción... Pasajes como estos son comunes, reflexiones del poeta Kid, sobre qué es lo que posiblemente le rodea. Impagable. 

Otro ejemplo de simbolismo apabullante:

 ... A memory of rustling italicized the silence... 

Pone los pelos de gallina la breve frase; goosebumps. Término que por cierto se desliza a lo largo de Bellona como si fuera un viento que airea su estancia. 

Según pasa el tiempo, uno cuando ha dejado Bellona debe pasar a otra cosa (a Frank Herbert, concretamente). Pero la huella es fuerte. 

Para dejar más claro el asunto de la ortodoxia. Todavía a día de hoy existe una página web en la que un tipo tiene anotadas las correcciones a las diferentes ediciones de "Dhalgren". Correcciones que llaman la atención por lo exhaustivas y detallitas que son:

Kevin J. Ring - oneringcircus.com 


  Dos cubiertas de ediciones más modernas

Dejo para el final la imaginación. Más allá del exceso enrabietado de Delany, sus desbordantes ideas son brillantes y tremendamente intrigantes. Las dos Lunas creando sombras dobles en las habitaciones en las que hay alguien capaz de observarlas... El Sol que envuelve Bellona con unas dimensiones que ocupan la mitad o más del cielo abierto:

... what they could see of it [the Sun] filled half the visible sky...

 Y sin embargo, Kid, dice que es el Sol. ¿No ves, es solamente el Sol? Con esa pose de tranquilidad que ha desarrollado en Bellona, al ser él mismo un superviviente de aquella incomprensible ciudad.

Hay un par de personajes que me gustan mucho. Uno es Tak Loufer, quizás el más probable alter ego del propio Delany en Bellona. Ingeniero que se encarga básicamente de dos cosas: una, él suele dar la bienvenida a los recién llegados de una manera oficial, y de otra menos formal (el lector descubrirá qué es lo que hace con los jovencitos sin complejos que acaban de llegar, como Kidd); y, dos, sabe descubrir los mejores rincones de la ciudad. Un par de ejemplos: 

 ... I used to come down here for my science fiction until there wasn't anything on the selves any more...

Tak le lleva a Kid a visitar una de las librerías de Bellona. En esas misas baldas de Literatura Americana, aparecen decenas y decenas de copias del libro de poemas de Kid: Brass Orchids [Orquídeas de Latón]. Más tarde, hacia el final de la novela le preguntará Kid al editor, el conservador Caulkins dónde y real y materialmente confeccionan el Bellona Times (gaceta diaria) y el libro con sus poemas (o con alguno de sus poemas, más bien). 

Más tarde, en otra visita, que sin duda, en mi opinión, es el clímax imaginativo de la novela, sobre la página 555, Tak le lleva a Kid a visitar un pabellón industrial. Se cuelan por una inmensa persiana. ¿Acaso trabaja aquí el señor Richards?, se pregunta Kid, ese tipo que es el padre de esa familia que podría ser la suya, que tanto acaba por odiar. Comportamientos tan familiares, intentando negar como sea el hecho de que Bellona haya dejado de ser una ciudad como otra cualquiera, que hacen que la postura de Kid se radicalice y su proceso de aprendizaje avance consecuentemente contra el muy hipócrita conservadurismo de los Richards. 

... like you have, isn't it?... 

De repente, en el interior de la nave Kid observa que hay miles y miles de esos puños metálicos con peligrosas cuchillas soldadas almacenados en cientos de cajas de cartón. Se llaman Brass Orchids, así se titula también su poemario, impreso seguramente como por arte de magia en alguna nave cercana... Y hay muchas más cosas extrañas en esa nave. Prismas, espejos, lentes, cadenas. E infinidad de bolas de plástico rojo, partidas por la mitad, del tamaño de un ojo humano... ¡¡Dios!!

¿Qué cojones hacen ahí es lo que se pregunta cualquiera que haya llegado a este punto de la novela? No hay explicación. Pero la sugerencia es tal, las posibilidades que se abren en nuestra mente llegados como digo a este punto son de tal magnitud que uno incluso se pregunta si Bellona no deja de ser un experimento del gobierno americano. ¿Un grandioso homenaje a 'The Tunnel Under The World'? Y como todavía quedan 150 y pico páginas... esto seguro que se nos va a explicar... ...en algún momento... ... puede que todo esté siendo grabado y analizado desde... 

Pero no. Bellona es un país independiente. Aún así, para Tak la existencia de los libros, los puños y lo demás es normal.

El otro personaje que me parece muy interesante (le da un aire muy fresco a la novela) es el astronauta Kamp. Kid lo conoce por primera vez en el Teddy's (el bar donde se reúne la chavalería scorpion y acuden muchos más personajes). Y desarrollan entre ellos conversaciones que parecen haber sido grabadas con grabadora oculta, de lo verosímiles que resultan. A los días, ambos hablan en la fiesta que Caulkins ofrece a Kid en honor a su libro de poemas. Kamp reconoce que está harto de que todo el mundo le pregunte por su viaje a la Luna, apuntando que ya ha vuelto a la Tierra, que solamente estuvo allí seis horas. Todo ello en un tono bastante humorístico. Aunque posteriormente, gracias a la especial capacidad de Kid de arrancar a sus amigos y conocidos reflexiones que nunca hubieran realizado delante de cualquier otra persona, Kamp describe sus sensaciones reales al llegar a la Luna (no ofrece el tipo de respuestas que ya ha automatizado para las preguntas de siempre), y que son terriblemente interesantes. Es decir, Delany consigue ficcionalizar sensaciones que van más allá de las aventuras reales de Aldrin y Amstrong. Kamp también describe un experimento (terrestre) con jóvenes y el LSD que es de lo más revelador. En realidad, Delany nos hace ver que en la vida del astronauta, por muy importante que haya sido su viaje a la Luna, hay cosas que pueden ser más interesantes. Quizá si cabe más valiosas. Kid, como digo, es esa voz que sabe sacar lo mejor de cada habitante de Bellona. Esto es así. Nunca ocurre al revés. A huge capacity for love... como se dice en la contraportada de mi ejemplar de "Dhalgren": 




Aún así, la realidad supera a la ficción. Estoy escuchando ahora un trabajo musical de Anne Guthrie, Brass Orchids... Con lo cual ya tenemos el libro de poemas y los puños cuchillosos en la ficción y en la realidad un conjunto notable de experiencias sonoras que captan la idiosincrasia de Bellona. Aquí, la página de la autora: 


Portada de "Brass Orchids" (2018), de Anne Guthrie.


He de reconocer que mientras leía "Dhalgren", lo que escuché, una vez tras otra, fue "After The Rain" (2012), obra de ese inglés tan admirador de la escuela de música electrónica de Berlín, Ian Boddy. Un disco cautivador, aparentemente tranquilo, pero con unas violentas salidas de tono que se prestan muy bien a la atmósfera de Bellona. 

Tengo que escribir necesariamente sobre el personaje de Lanya Colson. La novia de Kid(d) y también de Denny, por qué no decirlo. Dos poetas muy diferentes también aparecen por Bellona. Como ya se ha dicho, uno es Newboy, el que está de paso. Representa a la figura del poeta maduro y más conservador, que charla bastante con Kid, y a quien intenta aconsejar con la mejor intención. Como de costumbre, Kid acaba por realizar preguntas a las que no están acostumbrados sus entrevistados y se generan diálogos muy interesantes. El otro poeta, local, es Frank. Hay un momento en el que se da por hecho que es él el dueño del cuaderno que se ha encontrado en el parque Kidd. Pero no lo es. Frank acaba siendo el peor crítico de la poesía de Kid. ¿Cómo pueden ser buenos sus poemas si apenas lleva dos semanas escribiendo poesía? Bien, Delany confronta las dos ideas. Es posible que uno tenga que pulir muchísimo sus poemas para que finalmente sean buenos. También es posible que uno capte el momento que quiere poetizar con las debidas palabras, sin necesidad de mayores correciones. 

Es Lanya, sin embargo, la que acaba consolando a Kid, tras la severa crítica de Frank, aportando una reflexión muy interesante: 

... but, today, so many people do so many things very well, and so many people are seriously interested in so many different things people do for their own different reasons, you can't call any thing the best for every person.

Que esto fuera cierto en los años setenta es una cosa. Pero ¿hoy en día? Cualquiera, absolutamente cualquiera, puede aspirar a escribir una novela, por ejemplo; aunque sea en una biblioteca pública donde le podrían proporcionar un ordenador o papel y boli. O ya con más medios, interesarse repentinamente por cualquier tipo de extremo montañismo comprando un equipo nuevo en cosa de dos horas (o veinte minutos)... Todo ello con sus ventajas (el disfrute per se). Y desventajas: evidentemente la primera, la de perder de vista entre todos nosotros un horizonte de calidad mínima a la hora de lanzarnos hacia nuestros intereses... 

Lanya, una joven valiente, inteligente, independiente, hermosa. 

Un ejemplo ahora de lo que Delany propone en la parte final de la novela (aproximadamente durante 10 páginas -651/662-): 


Muestra en directo sus propias correciones. Más allá de ser algo curioso para el lector (quizá esta proposición de Delany sea la más benevolente de la novela, en el sentido de que no nos la hace sufrir más allá de diez páginas), me hace pensar en lo terriblemente cansado que debió ser para Delany escribir esta novela tan ortodoxa en sus condiciones de dislexia. 

Una última reflexión. Uno en Bellona se puede tomar ciertas libertades. Puede acercarse al supermercado de la esquina y servirse, de forma gratuita. Alguien repondrá las baldas. O puede coger el autobús. Ese vehículo que a la manera de un fantasma sigue recogiendo pasajeros. Ir al Teddy's, y tomarse una cerveza a la salud de Bellona. Uno de los personajes más esquivos (aún para Kid) y que peor rollo da de la novela es un tipo que quiere seguir pagando por sus cervezas, aunque sean gratis. Pero la moneda de cambio en Bellona no es el dinero; apenas quedan billetes de la etapa anterior. Kid lo invita con un billete de dólar. [El lector se entera más tarde de cómo Kid consigue el billete. El final de la novela no es del todo lineal temporalmente]. Se sugiere que este tipo que quiere seguir manteniendo las costumbres de toda la vida, y pagar por sus cervezas, es un francotirador. Por cierto, los dos lugares en los que se produce más violencia en Bellona son un centro comercial y la sede de un banco. 

En general, uno puede hacer lo que le de la gana (lo que suele acabar normalmente en sexo - siempre consentido-). [A excepción de la violación de George sobre June, que se convierte en uno de los hilos conductores de la narración, aunque nunca se llega a explicar realmente lo que ocurrió]. 

Sin embargo, es muy interesante comprobar que cuando un grupo de desconocidos comienza a vivir en comandita, en un mismo espacio cerrado, se crea costumbre, y se crea cultura, a un ritmo muchísimo más rápido de lo que podría parecer en un principio. Parece como que si alguien lava la primera noche de comuna los platos, se adjudica la tarea... Veamos lo que escribe Delany:

... it is often just when we are most aware of the freedom of the field in which we move that our actions become most culture-bound? 

A continuación, el fin literal de la novela: 




Dejo de revisar el cuerpo de la novela, y voy a incluir una serie de fotos editadas, sacadas de noticias reales, que me sugieren cómo podría ser Bellona... en algún momento...






Finalmente, apuntar que si me he tomado tanto trabajo en intentar describir, aunque sea mínimamente esta novela, es por algo. Vale la pena. Luego la echamos de menos. Como se echa de menos ese lugar al que vamos de vacaciones, en el que nos podíamos tomar algunas libertades respecto a nuestra vida cotidiana. 


Thank you Samuel


viernes, 2 de agosto de 2019

Dhalgren Uno - Delany Tries It


 ¿Cómo comenzar esta entrada y tratar de envolver (¿en papel de horno?) en unas palabras lo que ocurre en la ciudad de Bellona y a sus escasos habitantes?




La versión original que estoy leyendo, en inglés, alcanza las 800 páginas, y acabo de superar la mitad de ellas.
 
En castellano, en 1988, "Dhalgren" se editó en 3 volúmenes. Colección de Grandes Éxitos de Ciencia Ficción de Ultramar. Traducidos por, quién si no, Domingo Santos. Los 3 volúmenes se titulan:  

I. Prisma, espejo, lentes / II. En tiempo de plaga / III. Palimpsesto.



Que yo sepa, no se ha vuelto a reeditar...

Antes de nada, una pequeña presentación de su autor. Samuel R. Delany. Nació el 1 de Abril de 1942, y sigue, afortunadamente, vivo. Lo que quiere decir que es una de las leyendas todavía presentes en este mundo de la moderna ciencia ficción. 

Tres características que le convierten en un artista especial. Negro. Homosexual (o al menos bisexual). Escritor de Ciencia Ficción. Nacido en una familia bien de Nueva York. 
¡Con veinte años!, ya publica su primera novela, y unas cuantes más, siempre de ciencia ficción. 
Con 24 y 25 años (1966 y 1967) gana dos años seguidos un Premio Nébula (a la mejor novela de sf publicada en EEUU): "Babel 17" y "The Einstein Intersection", respectivamente. En 1968 le nominan al Hugo (un premio digamos más universal) por "Nova", y prácticamente no escribe otra cosa que "Dhalgren" hasta 1974. Estas circunstancias nos indican que un escritor tan joven (32 años en 1974) y con esta progresión tan relevante en tan poco tiempo no puede dejar de lograr una gran obra a la que dedicó tantos años (1968-74). 

Me parecen terriblemente atractivos las tochos que antes de leerlos me dan buenas sensaciones. Es decir, no me atraen los libros tochos porque son tochos, si no que, una vez pasado el tamiz personal, una vez leídas y releídas ciertas críticas y opiniones sobre una obra, si ésta me atrae, si me guiña el ojo (y no me dejo guiñar tan fácilmente, os lo puedo asegurar), y si además es una obra voluminosa, ¿qué más se puede pedir? 

Tiempo. Sí. Está muy bien lucir "Dhalgren" en la balda, pero como no tengas tiempo para leerlo, apaga y vámanos. 

Un par de consejos antes. Para alguien que se lo quiera pensar. Primero, un preliminar. Veo que a día de hoy, cuesta la friolera de 85 euros la "trilogía" traducida de Domingo Santos enviada desde Argentina. No tiene sentido hacerse con una de las partes sueltas, a no ser que se visite con frecuencia librerías de viejo un poco decentes. Desde Inglaterra, la cosa puede salir por unos 12 euros, en un solo volumen completo. 

Primer consejo. La novela se puede considerar claramente como una bildungsroman, es decir, una novela de aprendizaje, al estilo de "Tom Jones" (Henry Fielding), "Wilhelm Meister" (Goethe), "Enrique el Verde" (Keller), "El veranillo de San Martín" (Stifter) o "Grandes Esperanzas" (Dickens). Novelas todas ellas fundamentales para mí, leídas, eso sí, hace muchos años. Y sí, nombrar a todos estos escritores tan importantes es de recibo, viene a cuento. Porque Delany nos cuenta el aprendizaje de su principal protagonista (que al menos en la primera mitad no puede recordar su propio nombre), Kidd, el chaval, como es conocido en la ciudad de Bellona, como si fuera el mismísimo Pip de Dickens. Y Delany está a la altura de aquellos escritores.

Lo que ocurre es que los tiempos han cambiado. Y por otro lado, Delany no hace más que intentar enseñar y explicar el mundo que le rodea a su personaje aprendiz, y de paso, al lector. Una novela clásica, en este sentido. La única diferencia es que es un mundo trastocado a su vez. No especificamente uno futuro. Es uno presente. Surgen multitud de espacios en común. El primero, el sexo. A finales de los sesenta y primeros de los setenta del siglo pasado, escribir sobre sexo era algo casi obligatorio. El segundo, la sociedad capitalista. Los centros comerciales y demás comercios visitados en Bellona (abandonados) como paradigma de las nuevas necesidades creadas tras las Guerras Mundiales. Añadidas las drogas, el alcohol. La amistad es tremendamente importante también. La propia literatura. La poesía. 

Y algo muy importante. A la chavalería de Goethe, Dickens, Stifter, Keller, etc... se le supone racional y mentalmente estable. Kidd no lo es. Es un tipo que sufre de amnesia. Y pasó de más joven por un hospital psiquiátrico (como el mismo Delany). Kidd bebía. Oía voces. Y bebe, y se droga, y a veces duda de su propia condición mental.

Esto no quiere decir que la historia se condicione por el estado mental de Kidd. No es un caso único. Lo que hay que entender es que es lo bastante frecuente, o al menos, algo que entra dentro de la lógica de los tiempos en los que se escribe la historia. Después resulta que el personaje más cuerdo, más racional, más entero de la novela es el propio Kidd (¿a excepción de su novia Lanya?), como no puede ser de otra manera.

Por lo tanto, se puede decir que "Dhalgren" es una novela que vendría muy bien leerla como un clásico, a eso de los 18-20 años de edad, y si no es el caso, leerla más tarde como una novela que describe su tiempo como quizá ninguna otra. ¿Antes? Adelante. A veces, "Dhalgren" parece una YA novel, una novela juvenil. Está impreganda de adolescencia.

Segundo consejo. Leer antes "334" de Thomas M. Disch. Aquí, una reseña. ¿Por qué? Porque es una novela mucho más corta, de 1972, casi contemporánea, y tremendamente parecida. En el tono, más triste, más pesimista quizá. Se convierte en la hermana pequeña de "Dhalgren". George & June. Se tratan los mismo temas, y además comparte interés por la gente de raza negra, la homosexualidad y las presuntas minorías con problemas sociales y/o mentales. Leída en su época, supongo que surgirían en el lector estadounidense multitud de ecos provenientes de la realidad del momento. Pero esto es algo que no me interesa demasiado, el aspecto histórico de la novela. Porque estamos en 2019, y sobre todo, porque no soy de allí.

Bellona, la ciudad en la que transcurre "Dhalgren" está mucho más desarrollada, evidentemente, que los planos abiertos que nos ofrece Disch en "334" de su Nueva York. Hay páginas y páginas en las que apenas se cuentan más que vivencias muy concretas de Kidd. Por ejemplo, en un apartamento medio abandonado, intentando ayudar a una familia a trasladarse de piso. Son páginas bellas, tristes, humanas. 

Es como si fuera un diario de las aventuras del chico. Sus devaneos sexuales (y algo más que devaneos según transcurre el tiempo) con hombres. Su relación son su novia Lanya. Es como si fuera construyendo grupos de amigos y conocidos según va asimilando la ciudad. 

Aparte, sus manías. La de andar siempre descalzo con un pie. Pasarse la lengua por los dientes (algo que hacen muchos de los personajes). El intrigante cuaderno de notas que encuentra por ahí y que no soltará hasta que se lo cede, temporalmente, al poeta que está de visita en la ciudad, el australiano Newboy. Su obsesión con la observación. Siempre observa. Piensa. Le da vueltas a las cosas. Medita. Se pregunta a sí mismo qué es lo que ocurre en Bellona. Tiene una conversación fundamental con Tak (uno de sus amigos) en la que Delany se introduce él mismo en la novela, poniendo en boca de Tak la idea de que todo eso que ocurre no puede ser otra cosa que ciencia ficción (ver foto):




Podemos comprobar que las naves espaciales, las pistolas de rayos, los viajes a la velocidad de la luz no le interesan demasiado a Delany. "Bet you don't read the new, good stuff."

Y es que Delany añade a la historia todo un conjunto de pistas, medio pistas y pequeñas señales aclaratorias, por decir algo, que no son si no mensajes más metaliterarios que otra cosa. ¿Nos intenta aclarar algo?(*)

Kidd llega a una ciudad, llamada Bellona, en auto-stop, habiendo sido recogido por una camión que transporta... alcachofas. Artichokes. Palabra que de vez en cuando se repite a lo largo de la novela. Se supone que ha llegado porque quiere hacer algo allí. Luego, no lo recuerda. Una ciudad que constantemente está rodeada de humo y oscuridad, de extraños fuegos que aparecen y desaparecen. Nunca se ve el cielo azul. Y hay como tormentas. Y una noche, en la que el grupo sale del bar, aparecen dos lunas en el cielo. Y aparentemente el resto del país sigue siendo como siempre. Una ciudad hongo abandonada en la que apenas quedan mil habitantes. ¿Qué hacen allí? No se sabe. 

El estilismo de Delany es impecable, y hace notar al lector que cada coma es importante, como en el poema que escribe Kidd. Están sus metáforas, sus simbolismos, sus propias manías como escritor. (*)

Y después de todo esto, aún hay más. Flota sobre toda la novela (sobre la primera parte, al menos) la idea de que el espacio-tiempo discurre de manera distinta. Al menos, por momentos, éste se altera. Un día la sombra surge por el Este. Otro, por el Oeste. O al menos Tak así lo recuerda. No hay que olvidar el hecho de que Delany fuera muy disléxico; la principal razón seguramente de que a veces la percepción del lector sea la misma que la que pueda sentir por momentos una persona con esta afección. 

Las drogas y las propias visiones de los personajes también pueden alterar su conciencia. Es decir, a veces parece que es algo seguro que un fenómeno general y extraño afecta a la ciudad. Otras, se diría que es el personaje el que tiene ciertas percepciones de la realidad. Si a esto le añadimos la amnesia, la poco conocida dismetría, la neurosis y el miedo a tener que vivir en un lugar apocalíptico, Delany poco a poco va construyendo un auténtico mundo paralelo en Bellona.  

Y por momentos, y aquí lo que sugiere Delany es extraordinario, se intenta describir cómo la propia Bellona influye en sus habitantes:  







Es la misma ciudad la que anima a desactivar, o al menos, minimizar la imaginación de su población. Y ningún individuo parece que vaya a triunfar socialmente con un botín conseguido para sí mismo en cualquier tienda de la ciudad, si no acaso, aumentar su soledad.  

Sería una locura intentar encontrar una razón de ser a todo lo que ocurre en la historia, y creo que es mejor quedarse con la idea de que cada vez que hay que agarrar el tocho (y sucede muchas veces, pues no es una novela que permita leerse por mucho tiempo por su cierta dificultad y saltos narrativos), nos vamos a introducir en el mundo de Kidd (Kid a partir de cierto momento), y esperar a que podamos enterarnos mejor de qué es lo que realmente ocurre allí. 

(*) Estos temas y alguno más se desarrollan en Dhalgren Dos, siguiente entrada en este blog.