viernes, 2 de agosto de 2019

Dhalgren Uno - Delany Tries It


 ¿Cómo comenzar esta entrada y tratar de envolver (¿en papel de horno?) en unas palabras lo que ocurre en la ciudad de Bellona y a sus escasos habitantes?




La versión original que estoy leyendo, en inglés, alcanza las 800 páginas, y acabo de superar la mitad de ellas.
 
En castellano, en 1988, "Dhalgren" se editó en 3 volúmenes. Colección de Grandes Éxitos de Ciencia Ficción de Ultramar. Traducidos por, quién si no, Domingo Santos. Los 3 volúmenes se titulan:  

I. Prisma, espejo, lentes / II. En tiempo de plaga / III. Palimpsesto.



Que yo sepa, no se ha vuelto a reeditar...

Antes de nada, una pequeña presentación de su autor. Samuel R. Delany. Nació el 1 de Abril de 1942, y sigue, afortunadamente, vivo. Lo que quiere decir que es una de las leyendas todavía presentes en este mundo de la moderna ciencia ficción. 

Tres características que le convierten en un artista especial. Negro. Homosexual (o al menos bisexual). Escritor de Ciencia Ficción. Nacido en una familia bien de Nueva York. 
¡Con veinte años!, ya publica su primera novela, y unas cuantes más, siempre de ciencia ficción. 
Con 24 y 25 años (1966 y 1967) gana dos años seguidos un Premio Nébula (a la mejor novela de sf publicada en EEUU): "Babel 17" y "The Einstein Intersection", respectivamente. En 1968 le nominan al Hugo (un premio digamos más universal) por "Nova", y prácticamente no escribe otra cosa que "Dhalgren" hasta 1974. Estas circunstancias nos indican que un escritor tan joven (32 años en 1974) y con esta progresión tan relevante en tan poco tiempo no puede dejar de lograr una gran obra a la que dedicó tantos años (1968-74). 

Me parecen terriblemente atractivos las tochos que antes de leerlos me dan buenas sensaciones. Es decir, no me atraen los libros tochos porque son tochos, si no que, una vez pasado el tamiz personal, una vez leídas y releídas ciertas críticas y opiniones sobre una obra, si ésta me atrae, si me guiña el ojo (y no me dejo guiñar tan fácilmente, os lo puedo asegurar), y si además es una obra voluminosa, ¿qué más se puede pedir? 

Tiempo. Sí. Está muy bien lucir "Dhalgren" en la balda, pero como no tengas tiempo para leerlo, apaga y vámanos. 

Un par de consejos antes. Para alguien que se lo quiera pensar. Primero, un preliminar. Veo que a día de hoy, cuesta la friolera de 85 euros la "trilogía" traducida de Domingo Santos enviada desde Argentina. No tiene sentido hacerse con una de las partes sueltas, a no ser que se visite con frecuencia librerías de viejo un poco decentes. Desde Inglaterra, la cosa puede salir por unos 12 euros, en un solo volumen completo. 

Primer consejo. La novela se puede considerar claramente como una bildungsroman, es decir, una novela de aprendizaje, al estilo de "Tom Jones" (Henry Fielding), "Wilhelm Meister" (Goethe), "Enrique el Verde" (Keller), "El veranillo de San Martín" (Stifter) o "Grandes Esperanzas" (Dickens). Novelas todas ellas fundamentales para mí, leídas, eso sí, hace muchos años. Y sí, nombrar a todos estos escritores tan importantes es de recibo, viene a cuento. Porque Delany nos cuenta el aprendizaje de su principal protagonista (que al menos en la primera mitad no puede recordar su propio nombre), Kidd, el chaval, como es conocido en la ciudad de Bellona, como si fuera el mismísimo Pip de Dickens. Y Delany está a la altura de aquellos escritores.

Lo que ocurre es que los tiempos han cambiado. Y por otro lado, Delany no hace más que intentar enseñar y explicar el mundo que le rodea a su personaje aprendiz, y de paso, al lector. Una novela clásica, en este sentido. La única diferencia es que es un mundo trastocado a su vez. No especificamente uno futuro. Es uno presente. Surgen multitud de espacios en común. El primero, el sexo. A finales de los sesenta y primeros de los setenta del siglo pasado, escribir sobre sexo era algo casi obligatorio. El segundo, la sociedad capitalista. Los centros comerciales y demás comercios visitados en Bellona (abandonados) como paradigma de las nuevas necesidades creadas tras las Guerras Mundiales. Añadidas las drogas, el alcohol. La amistad es tremendamente importante también. La propia literatura. La poesía. 

Y algo muy importante. A la chavalería de Goethe, Dickens, Stifter, Keller, etc... se le supone racional y mentalmente estable. Kidd no lo es. Es un tipo que sufre de amnesia. Y pasó de más joven por un hospital psiquiátrico (como el mismo Delany). Kidd bebía. Oía voces. Y bebe, y se droga, y a veces duda de su propia condición mental.

Esto no quiere decir que la historia se condicione por el estado mental de Kidd. No es un caso único. Lo que hay que entender es que es lo bastante frecuente, o al menos, algo que entra dentro de la lógica de los tiempos en los que se escribe la historia. Después resulta que el personaje más cuerdo, más racional, más entero de la novela es el propio Kidd (¿a excepción de su novia Lanya?), como no puede ser de otra manera.

Por lo tanto, se puede decir que "Dhalgren" es una novela que vendría muy bien leerla como un clásico, a eso de los 18-20 años de edad, y si no es el caso, leerla más tarde como una novela que describe su tiempo como quizá ninguna otra. ¿Antes? Adelante. A veces, "Dhalgren" parece una YA novel, una novela juvenil. Está impreganda de adolescencia.

Segundo consejo. Leer antes "334" de Thomas M. Disch. Aquí, una reseña. ¿Por qué? Porque es una novela mucho más corta, de 1972, casi contemporánea, y tremendamente parecida. En el tono, más triste, más pesimista quizá. Se convierte en la hermana pequeña de "Dhalgren". George & June. Se tratan los mismo temas, y además comparte interés por la gente de raza negra, la homosexualidad y las presuntas minorías con problemas sociales y/o mentales. Leída en su época, supongo que surgirían en el lector estadounidense multitud de ecos provenientes de la realidad del momento. Pero esto es algo que no me interesa demasiado, el aspecto histórico de la novela. Porque estamos en 2019, y sobre todo, porque no soy de allí.

Bellona, la ciudad en la que transcurre "Dhalgren" está mucho más desarrollada, evidentemente, que los planos abiertos que nos ofrece Disch en "334" de su Nueva York. Hay páginas y páginas en las que apenas se cuentan más que vivencias muy concretas de Kidd. Por ejemplo, en un apartamento medio abandonado, intentando ayudar a una familia a trasladarse de piso. Son páginas bellas, tristes, humanas. 

Es como si fuera un diario de las aventuras del chico. Sus devaneos sexuales (y algo más que devaneos según transcurre el tiempo) con hombres. Su relación son su novia Lanya. Es como si fuera construyendo grupos de amigos y conocidos según va asimilando la ciudad. 

Aparte, sus manías. La de andar siempre descalzo con un pie. Pasarse la lengua por los dientes (algo que hacen muchos de los personajes). El intrigante cuaderno de notas que encuentra por ahí y que no soltará hasta que se lo cede, temporalmente, al poeta que está de visita en la ciudad, el australiano Newboy. Su obsesión con la observación. Siempre observa. Piensa. Le da vueltas a las cosas. Medita. Se pregunta a sí mismo qué es lo que ocurre en Bellona. Tiene una conversación fundamental con Tak (uno de sus amigos) en la que Delany se introduce él mismo en la novela, poniendo en boca de Tak la idea de que todo eso que ocurre no puede ser otra cosa que ciencia ficción (ver foto):




Podemos comprobar que las naves espaciales, las pistolas de rayos, los viajes a la velocidad de la luz no le interesan demasiado a Delany. "Bet you don't read the new, good stuff."

Y es que Delany añade a la historia todo un conjunto de pistas, medio pistas y pequeñas señales aclaratorias, por decir algo, que no son si no mensajes más metaliterarios que otra cosa. ¿Nos intenta aclarar algo?(*)

Kidd llega a una ciudad, llamada Bellona, en auto-stop, habiendo sido recogido por una camión que transporta... alcachofas. Artichokes. Palabra que de vez en cuando se repite a lo largo de la novela. Se supone que ha llegado porque quiere hacer algo allí. Luego, no lo recuerda. Una ciudad que constantemente está rodeada de humo y oscuridad, de extraños fuegos que aparecen y desaparecen. Nunca se ve el cielo azul. Y hay como tormentas. Y una noche, en la que el grupo sale del bar, aparecen dos lunas en el cielo. Y aparentemente el resto del país sigue siendo como siempre. Una ciudad hongo abandonada en la que apenas quedan mil habitantes. ¿Qué hacen allí? No se sabe. 

El estilismo de Delany es impecable, y hace notar al lector que cada coma es importante, como en el poema que escribe Kidd. Están sus metáforas, sus simbolismos, sus propias manías como escritor. (*)

Y después de todo esto, aún hay más. Flota sobre toda la novela (sobre la primera parte, al menos) la idea de que el espacio-tiempo discurre de manera distinta. Al menos, por momentos, éste se altera. Un día la sombra surge por el Este. Otro, por el Oeste. O al menos Tak así lo recuerda. No hay que olvidar el hecho de que Delany fuera muy disléxico; la principal razón seguramente de que a veces la percepción del lector sea la misma que la que pueda sentir por momentos una persona con esta afección. 

Las drogas y las propias visiones de los personajes también pueden alterar su conciencia. Es decir, a veces parece que es algo seguro que un fenómeno general y extraño afecta a la ciudad. Otras, se diría que es el personaje el que tiene ciertas percepciones de la realidad. Si a esto le añadimos la amnesia, la poco conocida dismetría, la neurosis y el miedo a tener que vivir en un lugar apocalíptico, Delany poco a poco va construyendo un auténtico mundo paralelo en Bellona.  

Y por momentos, y aquí lo que sugiere Delany es extraordinario, se intenta describir cómo la propia Bellona influye en sus habitantes:  







Es la misma ciudad la que anima a desactivar, o al menos, minimizar la imaginación de su población. Y ningún individuo parece que vaya a triunfar socialmente con un botín conseguido para sí mismo en cualquier tienda de la ciudad, si no acaso, aumentar su soledad.  

Sería una locura intentar encontrar una razón de ser a todo lo que ocurre en la historia, y creo que es mejor quedarse con la idea de que cada vez que hay que agarrar el tocho (y sucede muchas veces, pues no es una novela que permita leerse por mucho tiempo por su cierta dificultad y saltos narrativos), nos vamos a introducir en el mundo de Kidd (Kid a partir de cierto momento), y esperar a que podamos enterarnos mejor de qué es lo que realmente ocurre allí. 

(*) Estos temas y alguno más se desarrollan en Dhalgren Dos, siguiente entrada en este blog. 

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