Tercera novela de las seis que Philip escribió en 1964. ¡Menudo año!
Publicada como libro en 1967, aunque serializada como “The Project Plowshare” entre 1965 y 1966 en la revista Worlds of Tomorrow.
Para empezar, “plowshare” es una palabra en inglés que me ha creado bastantes problemas de traducción, que podría referirse a la zona de dientes que están colocados a lo largo de un arado… ¿?
Finalizada la lectura leo que en realidad todo tiene que ver con el propio Proyecto Plowshare en el mundo real, organizado por EEUU en 1957, y que consistía en intentar dar un uso práctico y pacifista a las armas nucleares (los soviéticos también se dieron a ello para no ser menos).
Es decir, el constante uso de la palabra “plowshare” en la novela, “to plowshare a weapon”, no es otra cosa que dar un uso pacífico a una potencial arma peligrosa.
Así pues el título con el que se editó en formato novela, “The Zap Gun”, -“La
Pistola de Rayos” en castellano-, no tiene mucho sentido. Ninguno. Mejor
hubiera sido algo así como “Wub’s Maze” o “El laberinto del wub”… pero lo de la
pistola se refiere a la de Buck Rogers… y le da un aire de cómic a toda la
historia. Los franceses lo dejaron en "El zapeador de mundos", pero no me convence demasiado, si se refiere a "zapear" con un mando de TV...
La pistolita de Buck...
Sinceramente, la novela no prometía tanto como por ejemplo su anterior intento, “Los tres estigmas de Palmer Eldritch”, obra mucho más mencionada por la crítica literaria de todo tipo.
El comienzo según dijo el mismo Dick… “The first half is totally unreadable, I don’t know where or what… I can hardly reconstruct the thinking that underlay the first half of that book. Just totally unintelligible”. “The intent is not sufficient to guarantee a good result. Some of the worst books I've written -- like THE ZAP GUN-- are books I've labored over...”.
Y aquí más Información sobre la novella:
https://philipdick.com/mirror/websites/pkdweb/THE%20ZAP%20GUN.htm.
Bien, pues no está tan mal la novela. Es verdad que los dos primeros capítulos, mínimamente, son caóticos. Hay que releerlos al menos dos o tres veces. Además, si se pierde el contexto de “plowshare” como digo más arriba, todavía es peor. Con el tercero la cosa mejora, pues cambia de personaje, una especie de conspiracionista con una memoria prodigiosa.
El resumen del argumento es el siguiente: tanto el bloque del Oeste como del Este han llegado a un acuerdo por el que se lanza a la opinión mundial la idea de que se desarrollan constantemente, cada uno por su lado, unas terribles armas de destrucción masiva; algo que no es verdad. Los personajes principales trabajan en diversas organizaciones que desarrollan objetos que no son realmente armas. Son cogs, clásicos personajes en la narrativa de Dick, que entran en un trance mental por el que acaban consiguiendo sus ideas para las potenciales armas, que finalmente se transforman en objetos con la más insospechada función no militar.
Lo que ocurre después es que se produce una inesperada invasión alienígena, realmente dañina. Los dos protagonistas, cada uno de un bloque, se ponen manos a la obra. Drogas, trances, y resulta que la información de la que se nutren no es otra que la que sale de un cómic editado en algún lugar de África, The Blue Cephalopod Man. Tendrá que ser un diseñador de juguetes, personaje en principio secundario, quien dará con la tecla para vencer a los invasores: un juego infantil que consiste en ayudar a un wub a salir de un endiablado laberinto.
Ante semejante argumento, podemos pensar que estamos ante una space opera delirante, sin mucho sentido, llena de aventuras de relleno. No es así. La novela poco a poco despega, Dick consigue imponer su frenético ritmo, aunque no tan rápido como en otras ocasiones. En los capítulos finales, la invasión desde Titán se resuelve casi por sí sola, y lo que resta es rendir cuentas con el personaje conspiracionista.
Si no fuera porque, ya lo apunté en otra ocasión escribiendo sobre la obra
de Dick, la realidad se ha acercado en los últimos años bastante a las representadas en su obra, se está acercando demasiado, especialmente en su país de origen,
Estados Unidos, esta novela sería una especie de loca historia de ciencia
ficción sin demasiado interés humano.
Pero cognitivamente, esto es un hecho, y dejando de lado los méritos literarios de Dick, la novela nos afecta. Hace sesenta años escribió sobre algunas cosas que no existían ni por asomo, y otras sí, pero en capas digamos poco cotidianas para la gran mayoría de nosotras y nosotros. Si viviéramos en un estado emocional más equilibrado, menos ansioso, y esto creo que es importante, menos tecnológico, no nos afectaría tanto la novela, sobre todo porque sería mucho más de ficción que de ciencia. El paso del tiempo, el nuestro, nuestra historia de invenciones, de plowsharing, es tal que en “The Zap Gun” hay mucho de ficción, pero también de ciencia.
Anticipa demasiadas cosas.
1
Surley G. Febbs, el hombre que está dispuesto a cambiar el país, un trasunto de Trump, piensa: “It was about time that someone with universal knowledge like himself got on the UN-W Natsec Board [una especie de Consejo de Naciones Unidas] instead of the usual morons, the mass pursaps who read nothing but the headlines of the homeopapes and naturally the sports and animated cartoon strips…”.
Los pursaps, pure saps, somos todos nosotros, ciudadanos del mundo que vemos la televisión, idiotas puros, y los demás son los que tienen algún cargo de poder…
2
Quizá el personaje más importante, sobre todo al final de la novela, sea la propia Alexa de Amazon, ideada ya por Dick con el nombre de Orville. Un aparato que parece una cabeza humana, del tamaño de una bola de béisbol, que responde a todo tipo de preguntas.
“Ask the Orville a question. Ol’ Orville is the rage. People cloister themselves for days with it, doing nothing but asking and getting answers. It replaces religion”.
Y Orville dará con la Tecla final para que los dos protagonistas del Oeste/Este apacigüen sus instintos suicidas/homicidas.
3
Volvemos a Febbs que comienza a hablar del Civic Notification Disorder, arma que realmente le gustaría desarrollar.
“The Civic Notification Distorter bases its operation on the requirement that in present-day society every filled-out official form has to be recorded, microwise, in trio or quad or quin. Three, four or five copies in every instance have to be made. The weapon functions in a relatively uncomplicated manner.[…]. It strikes, screwing itself within a matter of microseconds out of sight in the ground; no visible trace survives. And at once it extends pseudopodia which search out, subsurface, until it contacts a co-ax carrying data to an archive. […]. And the distorter operates from that instant on in a way for which the word “inspired” is not excessive. It diverts integers of the data, the fundamental message-units, so that they no longer agree. In other words, copy two of the original document no longer can be superimposed on copy one. Copy three disagrees with copy two at one higher order of distortion…”
Antes de existir el ordenador personal… ya fueron prefigurados nuestros queridos virus informáticos.
4
La cosa es que en una cita neutral, en Islandia, tanto el del Oeste (un hombre) como la del Este (una atractiva joven) quedan para hacer una quedada de trance compartido, a ver si pueden aprovecharse de sus poderes cog. El hombre compra un cómic en un kiosko. The Blue Cephalopod Man. Editado en Ghana, con personajes negros, dirigido a una audiencia Afroasiática.
Pero… “by some fluke of the world-wide autonomic distributing mechanism, it had shown up here in Iceland”.
Cosas de Internet…
Será la novela quizá menos seria de Dick hasta la fecha, y seguramente esto es por el propio encargo que recibió, o lo que él interpretó. Le adelantaron 500 dólares por ella… y fíjense cómo entretiene, cómo hace pensar, cómo hace reir. Y el mensaje final de la historia es claro: amor y empatía resuelven todos los problemas.
Dejo cubiertas, unas cuantas.
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