sábado, 29 de diciembre de 2018

Helliconia Trilogy Proyect (1982-1985) - Brian Aldiss



Este ha sido mi principal proyecto literario de este año que ya termina.


En primavera leí “Helliconia Spring”. En verano, "Helliconia Summer”. Y ahora, me faltan cien páginas para terminar “Helliconia Winter”. Una pena que no haya más estaciones.

El otoño se lo saltó Aldiss. Con sentido, pues la tercera parte es casi más otoño que invierno, y narrar el auténtico invierno Helliconiano no daría para mucho, pues el hombre prácticamente desaparece del planeta en muchas capas de su existencia.

¿Que es imposible que los personajes principales de cada parte puedan sufrir, digamos en el periodo de cuarenta o cincuenta años (suponiendo que su esperanza de vida es menor en invierno) cambios climáticos tan drásticos, y poder ser conscientes de ello? ¿Empezar la novela en mangas de camisa y terminarla con varias capas de piel de asokin encima? Es imposible, claro. Es una licencia que Aldiss debe tomarse para dar cuerpo a la obra.

Dejo aquí un link a la entrada de un blog (ya tiene sus añitos) en el que se describe perfectamente el esqueleto de la novela. Y hay un precioso gráfico que nos enseña cómo el planeta Helliconia rota alrededor de su sol, y éste alrededor de otro mayor. Imagen que nos ayuda a comprender de un vistazo cómo es que en el verano de Helliconia hace tanto calor, y en su invierno, tanto frío. Muchas gracias a su autor por el tiempo dedicado a difundir Helliconia por nuestro propio planeta.





Además, como curiosidad, yo he leído la misma edición en inglés que aparece en esa entrada. Los tres ejemplares editados por Granada Books, que parecen ser la edición canónica de esta obra. Cuando los compré, y me llegaron desde Inglaterra, pensé: “Puff, a ver si tengo tiempo para leer algún día esto”. Y sí, lo he tenido. Eso sí, sacrificando otros muchos libros.



Pero ha valido la pena. Vaya que sí. Con el pedigrí con el que ya llegó la trilogía a mis baldas, después de leer varias recomendaciones muy buenas, uno se da cuenta enseguida que está ante una obra magna. ¡Sí! Hoy en día es casi imprescindible acudir a las  recomendaciones antes de ponerse a leer nada. Si queremos leer buena ciencia ficción en concreto, y no perder el tiempo, o al menos, aprovecharlo mejor, no basta con ir a la librería y preguntarle al librero qué nos recomienda. Incluso el bibliotecario, a no ser que sea un experto, tampoco nos va a saber ayudar realmente. Hay que hacerse con una obra de referencia. Y que sea crítica. Por favor, evitar guías al uso, libracos que nos hablan de novelas, de películas, de muchísimas cosas de ciencia ficción, en los que no se profundiza nada y se acaba por leer siempre lo mismo sobre los mismos.

Así, yo recomendaría, sobre todo para el lector que tiene cierto nivel de inglés (no hace falta saber mucho inglés para manejar obras de referencia que están para orientar, no para leer sus contenidos palabra por palabra) dos títulos. Uno, imprescindible. La Enciclopedia de Ciencia Ficción de Peter Nicholls. 



Existe su versión en línea, http://www.sf-encyclopedia.com/, que no es muy útil para el que anda buscando (mucho más útil es cuando uno quiere encontrar lo que ya sabe). Recomiendo hacerse con una versión antigua, edición de 1979, editada también por Granada. Se puede conseguir por una libra comprándolo online en el Reino Unido más gastos de envío (al menos, antes del Brexit, que pudiera ser catastrófico para este tipo de compras desde la Europa Continental).
Pero todavía recomiendo más un libro que critica brevemente muchísimos trabajos de ciencia ficción, y los califica con cierto número de estrellas (de * a ****). Está muy bien para empezar a vislumbrar obras que van un poco más allá de los clásicos y nos ayuda a evitar a los superficiales contemporáneos. Su autor es David Pringle. 



No digo yo que todo sea lanzarse a leer las que tengan ****. A veces, una de ** nos puede satisfacer mucho, porque se adapta a nuestro gusto. Pero lo importante es esto: ¿alguien se ha leído todas las **** y ***? Quizás sí, pero para empezar, no está mal. 
Aquí, el detalle de las obras que poseen cuatro estrellas, en la cubierta posterior. Para el poco iniciado en la sf, yo comenzaría por alguna de ellas. Si ve que no la puede conseguir a un precio justo en la lengua castellana, que se lance a comprarla en inglés. Va a ahorrar dinero, y se lo agradecerá a sí mismo en el futuro.


Vuelvo a Helliconia. Insisto en que la fuente principal por la que compré la trilogía fue fundamentalmente la opinión de David Pringle (foto inferior). Ballard, el Grande como se puede ver no sale tan bien parado. Y estoy de acuerdo con Pringle en este caso.



La primavera comienza con mucha descripción concreta. Dos personajes, padre e hijo, vagan por las heladas tierras del continente Campannlac en busca de comida. Son cazadores. Se encuentran con problemas. Al padre lo detienen. Pasará a ser esclavo de otra extraña raza, los phagors…
Así visto, y durante unas buenas cien páginas o más, parece que estamos ante una novela de fantasía bastante conservadora. Muy bien escrita, por cierto. Pero de repente, Aldiss comienza a enriquecer la novela con todo tipo de ideas y novedades para el lector. Y no me voy a extender más. Solo decir que en el campo de la literatura experimenté algo así como lo que ocurre cuando ves por primera vez “2001, Odisea en el Espacio”, y en menos de un segundo, te das cuenta de que ya no estás en la Tierra, entre primates, si no viajando por el espacio exterior…
  
Probablemente, el nivel más alto de enriquecimiento de ideas lo consiguió Aldiss en su “Primavera”. El ser humano abandona las pieles poco a poco, deja de vivir en cuevas o moradas muy primitivas. Vienen épocas más prósperas. Lo que quiere decir que el cerebro humano también comienza a despertarse. Como no puede ser de otra manera, cada pueblo de Helliconia comparte una serie de objetivos comunes con el resto. Conseguir más territorios de caza, establecer la filosofía y la religión imperantes y proteger por encima de todo a los suyos y a sus vías más beneficiosas de comercio.
En su “Verano” se da mucho más espacio a lo que se llamarían luchas de posición. Los humanos de Helliconia digamos que habiendo alcanzado un mínimo de comodidades físicas, se dan a una especie de expansión, que para algunos es material, y para otros más espiritual. El verano permite ciertos lujos, a costa de andar sudando todo el día.

Ya en “Invierno”, el hombre, sabedor de lo que le espera, con el frío azotando ya, se vuelve terriblemente conservador, y una criatura traicionera para sí misma. De repente, no tiene reparo en dejar de proteger a los suyos, o en dejar de seguir antiguas tradiciones, nacidas en la primavera anterior, si con ello cree que va a llegar mejor preparado para el frío. Individualmente, o en comunidad. La época de un cierto relajamiento se ha terminado. Se vuelve a la ortodoxia pura y dura.

Es este un resumen muy esquemático, y que intenta aportar al más científico que se menciona en el citado blog un cariz más sociológico.

Lo maravilloso de esta trilogía consiste en amalgamar muchísimas de las facetas que nos son comunes a todas las criaturas humanas, que nacemos con cierto nivel de inteligencia y de recursos, con nuestra posterior formación, en un lugar y en un momento dados. Darle sentido, en otro planeta que hay saber explicar. Y añadir aún un montón de vivencias para el lector, que pueden ser de tipo astronómico, animal, cultural, religioso, o de la aventura por la simple aventura. 

El mérito supremo en este caso es haber logrado una verosimilitud inaudita. Me apunto para el futuro "Dragon's Egg", que se recomienda vivamente en el blog mencionado. Evidentemente la fama se la ha llevado George R. Martin. Cualquiera se la quita a estas alturas. La gloria, sin embargo, es para Mr. Aldiss. Thank you so much.

viernes, 28 de diciembre de 2018

We Can Build You (1962) by Philip K. Dick






Creo que se insiste demasiado, una y otra vez, sobre la idea de que las novelas de PKD tratan principalmente sobre las características de una realidad que no es como parece ser, sobre si algo es real y colectivo para todos nosotros o si pertenece a otro mundo o a la imaginación concreta de un individuo. Una cosa es la percepción del lector. Otra la de la comunidad de lectores. Otra la de los críticos con su obra. Hasta aquí, como con cualquier otro escritor. Pero con Dick se retroalimentan todas estas características, muy influidas por sus últimos trabajos. En su caso, hay que añadir sus propias percepciones del mundo real, y los mundos que pueden existir a la vez según su consciencia y creencias a lo largo del tiempo. Pero aquí hay que hilar muy fino, porque el Dick de 1962 no era el mismo que el de 1974. Poco a poco. Por esta razón leo en orden cronológico su obra. Ya habrá tiempo de hallar cuándo realmente la "visión" cambia. Pero de momento, no. Hasta ahora, son construcciones lógicas, dentro de lo que es ficción pura y dura.

Sigo leyendo como digo en orden temporal sus novelas, y desde luego, We Can Build You (1962) se sale por la tangente en bastantes ocasiones en cuanto a los clichés dickianos. Me ha parecido una rara avis. No me ha satisfecho tanto como “Time Out Of Joint”, pero por otro lado, tiene unos matices muy ricos.

Seguramente, es uno de sus trabajos que más le costó editar en vida. Diez años. Parece mentira que un escritor que ya tenía decenas de relatos publicados, y varias novelas, tuviera tantas dificultades con este trabajo.

Se entienden las dificultades mejor si tenemos en cuenta que “We Can Build You” apenas se apoya en el ideario de aquel entonces sobre lo que tenía que ser “ciencia ficción”. Es que apenas la hay. Un leve decorado, una serie de menciones a una futura repartición de terrenos en la Luna (vuelve a la carga con el tema de la especulación inmobiliaria). Tecnología avanzada para aquella época, en cuanto a los androides que se construyen. Poca cosa más.

“We Can Build You” es un intento de fusión de estilos entre por ejemplo “Confessions  of a Crap Artist” y “The Man Who Japed”. Realismo sucio, personalidades extremas, paranoia colectiva. ¿Ciencia ficción? Pshhh…

No cuajó. Dick tuvo que seguir intentando plasmar sus ideas con los disfraces que se llevaban en aquel momento (o lo que para él eran disfraces, -para muchos otros escritores eran uniformes de lo más serios-). En resumen, atenerse a esquemas “ciencia-ficticios” más evidentes para el lector de la época. Una pena. Así luego se le critica de las inconcebibles aventuras que sufren sus protagonistas. Inconcebibles, más que nada por las necesidades de guión con las que se encontraba Dick si quería ser consecuente con lo que él quería describir y a la vez con las exigencias de la época.  







En “We Can Build You”, tal y como se vende la novela al público, se supone que los autómatas que son creados van a ser la punta de lanza de algo importante. No. Son importantes como personajes en algunos momentos, pero para Dick son personajes tan desechables como cualquier otro, no son los protagonistas. Construye diversas tramas, tres principales. Finalmente, se queda con prácticamente una, que es la que le parece más digna de ser atendida.

Un escritor a destajo como Dick en los primeros años 60, sin dinero casi para comer según se dice, lo que busca son ideas, y después, suficiente plasmación en el papel para que le de como para una novela a vender. Dick jamás tuvo problemas de ideas, y desde luego, se podía permitir el lujo de prescindir de lo que le daba la gana en sus trabajos. ¿Que alguien hubiera preferido seguir como curso principal de la novela alguna de sus “idea-desechos”? Claro. Aunque desde luego en mi opinión, en “We Can Buid You” Dick se deja llevar, como siempre, por su humanismo. Quiere destacar finalmente la historia de amor y de pasión. Nada se sabe del final de los androides. O de los negocios sucios en la Luna. No hay un capítulo en el que el protagonista salve a la chica, al mundo, y establezca su propia colonia fuera de la Tierra en un par de páginas de auténtica locura argumental. Punto final. Pero fracaso comercial. Espera de diez años para publicarse en forma de libro. De entre siete y ocho para que saliera por capítulos en la revista “Amazing Stories”. Y eso que era ya un tipo reconocido en su gremio.
 
El argumento principal de la novela es la enfermedad mental, y en concreto la esquizofrenia y alguna de sus variaciones. Es difícil entender lo que es la esquizofrenia, o imaginarse cómo debe ser sufrirla, aunque se lea un buen manual de psicopatologías. Pero a través de la ficción, y bien llevada la trama hacia lo que le interesa, Dick nos hace introducirnos por momentos en la esquizofrenia de su personaje principal, o al menos, sugerirla de manera muy convincente. Lo cual supone que la lectura de “We Can Build You” no sea demasiado reconfortante, y deja un sabor de boca final como bastante amargo. 


 La cubierta de esta edición francesa deja claro que los lectores franceses estaban por delante de los demás: El baile de los esquizoides.


Digamos que es un “viaje” de los malos. Uno vuelve a la realidad ciertamente algo tocado. No es que uno se pregunte qué es lo real o no. No tiene que ver con esto, como decía antes. Vuelve de la ficción. Sin embargo, en su interior, hemos sufrido. Describe una sociedad futura, 1982, repleta de centros de salud mental en el que es tratado el 25% de la población.

Otro gran tema que se trata en “We Can Build You” es lo que representa nuestra venida al mundo como seres indefensos, y llenos de miedo. De pánico. El 25 de Febrero de 1960 nacía su primer hijo, una niña llamada Laura. Es decir, Dick tenía un bebé aproximadamente de dos años en casa cuando se puso a escribir sobre el pánico y el horror que el ser humano sufre desde que nace. Es difícil contextualizar la situación. Aunque me da la sensación de que Dick ponía mucho de sí mismo en sus trabajos. O digamos que su realidad se imponía a sus argumentos, que es otra manera de interpretar su peculiar mezcla de estilos y géneros.

Realidad que no estoy en condiciones de decir si le placía, o no le daba demasiada importancia, o quizás, detestaba, o de la que tenía miedo de poder manejar. Algo está claro: la presencia de un bebé en nuestra vida doméstica puede ser algo muy feliz y placentero. Pero necesitamos evadirnos de él de vez en cuando, aunque sea media hora. Si para llevar el pan a casa debes escribir doce horas al día, quizás lo que Dick sentía era más que nada impotencia. Rabia. De la que seguramente sacó arrestos para escribir tanto en tan poco tiempo. ¿Nabokov un buen escritor? Claro que sí, pero tenía todo el tiempo del mundo para escribir. Ese tipo de literatura, la de los “Upper Realm Writers” [como les denomina Stanislaw Lem en sus ensayos sobre ciencia ficción (“Microworlds”)], es decir, la literatura de calidad, y supuestamente por encima de la basura cultural que nos rodea en la vida convencional. Lem destaca a Dick especialmente por ser el único escritor de la época que podía alimentar con esta basura cotidiana y pulp a sus creaciones, y a la vez, aportar nueva riqueza cognitiva a sus historias.

Es lo de siempre en la literatura. Dick es uno de esos escritores-diamante. Otros ejemplos pueden ser Walter Scott, Joseph Conrad o Toson Shimazaki. Escriben mejor bajo presión. Mucha presión. Normalmente financiera. En el caso de Dick, quizás hubo demasiada. A otros les gusta el refocilarse con los folios, las máquinas de escribir, la procastinación como seña de calidad artesana. La corrección una y otra vez de la misma frase. Vladimir Nabokov. Henry James. Lo más de lo más.

Ya avanzada la novela, lo que se le ocurre a los fabricantes de simulacros humanos (tras el fracaso de las negociaciones de su venta al tiburón financiero de turno) no es otra cosa que producir niñeras-robot vestidos de soldados de la Guerra Civil Americana. Muy revelador, y el giro fundamental en la novela. Porque el protagonista, Louis Rosen, cuando se dispone a resignarse a ser un comerciante más de la clase media americana, en este caso de robots-niñera, de repente se vuelve loco. Llama a su socio. Le dice que lo deja todo. Se va en busca de la chica que le gusta (la verdaderamente desequilibrada en esta historia), arma jaleo en la ciudad, se describen una serie de aventuras que hacen entrar a la novela en cierta fase de “nouvelle noir”, y finalmente, Dick hace que Louis tenga su ataque de esquizofrenia.

Sturgeon al criticar esta novela dijo que le había parecido de personajes consistentes, a veces provocadora, a veces divertida, pero que se echaba a perder en parte porque Dick abandonaba a su suerte el argumento principal… No estoy de acuerdo.

Recomendaría esta novela a cualquier aficionado a la literatura de PKD, y que la leyera en una etapa temprana de su paternidad. Se daría cuenta de que quizás lo más logrado de la novela es el abandono de los simulacros-robot, del “argumento principal” de lo que ha sido nuestra vida hasta entonces, y dejarnos llevar por la locura que supone el bebé. Porque al final, Louis no está loco. Simplemente ha tenido un mal día. Otra cosa es lo que le corresponde a la sociedad hacer (enviarlo una temporada a una maison de santé) para certificar que efectivamente no es esquizoide. Nótese por favor que a lo largo de esta crítica uso el concepto de “locura” de una forma coloquial y generalizadora, y también ignorante o metafórica, según el contexto.

No quiero desde aquí idealizar la figura de Dick ni como escritor, ni mucho menos como persona. Su marcado machismo en muchas de sus novelas no es plato de mi gusto. También es algo que iba con su época. Quizás Pris, la protagonista realmente esquizofrénica de la novela, no sea más que un trasunto dickiano de la compleja figura en que se convierte una mujer cuando es madre. Dick describe a Pris como esencialmente obsesiva con sus tareas cotidianas, una persona que es incapaz de vivir en paz consigo misma si no está constantemente ocupada en hacer algo monótono y repetitivo las más de las veces, aunque por otro lado con un lado creativo muy superior al de los hombres que la rodean.

Tampoco quiero acabar este mini ensayo sobre “We Can Build You”, una de las más tardías editadas por Minotauro en su colección moderna de las obras de Dick (Noviembre 2018 – “Podemos Fabricarte”), sin hacer mención al primer capítulo, que me parece divertidísimo, e interesantísimo, y que no deja de beber de una de las mayores pasiones de Dick: la música. Describe cómo los futuros fabricantes del simulacro de Lincoln en realidad son fabricantes de órganos electrónicos que se pueden programar en función de ciertos parámetros cerebrales de la persona que lo intenta “domesticar”, escribe sobre frecuencias “curativas”, “relajantes”, etc…. Ya en 1962 se asoma Dick a los primeros balbuceos semi-inconscientes de lo que será en el futuro la explosión de la música electrónica y el sinfín de teclados, sintetizadores y órganos de todo tipo que están todavía por inventarse, y de paso, se asoma a conceptos como los de “healing music”, “new age”, etc… De hecho, el famoso Moog Synthesizer todavía no existía aunque sí el RCA Mark II Sound Synthesizer, de finales de los 50, considerado como el primer sintetizador programable de la historia.

Por último, no parece descabellado pensar que “We Can Build You” es en cierta manera una precuela de “Do Androids Dream of Electric Sheep?”. Los nombres de Pris, Rosen, y la construcción de androides nos dan ciertas pautas. Pero sobre todo por el tratamiento que da Dick al simulacro-androide en “We Can Build You”, como objeto, pero también como algo capaz de ser diferenciado. Stanton es cabezón, egoista, pero fiel a sus ideas. Lincoln melancólico; posiblemente esquizoide, sensible, buena persona, pero traumatizado tras la muerte de su primer amor…

 


No será porque no haya temas de interés en esta novela. Y la rapidez con la que se lee. Suerte que he podido dejar reflejadas estas ideas. Que es como intentar describir en cuatro páginas cómo es un viaje en una montaña rusa, desde que subes hasta que bajas, intentando a la vez, pensar, disfrutar, ver la cara de la persona que te acompaña, observar el paisaje a lo lejos desde arriba, y también a las personitas que nos miran desde abajo. Sin pasar miedo. Es complicado. Y efímero.

lunes, 23 de julio de 2018

Time Out Of Joint (1959) by Philip K. Dick

Cosas de la vida, escribo escuchando aquella música que hizo Joe Harnell para la serie "V". Donovan en el desierto dándose cuenta de que llegan naves espaciales... not bad...

"Time Out Of Joint" es un título sacado del mismísimo "Hamlet". Marías, apúntate esa, que estamos en 1959... ¿o en 1998?

Así es... la duda con la que nos va desgranando Dick su fabulosa novela.

Ya no escribirá más una novela propiamente de ciencia ficción hasta 1961, "The Man in the High Castle", su gran éxito en aquella etapa, que le valió el Premio Hugo.

Esta es la tabla de sus anteriores trabajos, en cuanto a ciencia ficción.

1953Vulcan's Hammer 1960
1953 Dr. Futurity 1960
1953 The Cosmic Puppets 1957
1954 Solar Lottery 1955



1954 The World Jones Made 1956
1955 Eye in the Sky 1957
1955 The Man Who Japed 1956




Habiendo leído todos ellos, sin duda "Time Of Joint" es una paso adelante, que tiene ideas en común con "The Cosmic Puppets" y "Eye In The Sky".

Así, es la novela que recomendaría a cualquiera que quisiera leer algo más de Dick pero sin pretender leer todos sus trabajos, dejando de lado los más populares o más editados. En España se titula "Tiempo Desarticulado".

En mi opinión, su novela más flojita de la época es la primera, "Vulcan's Hammer", una lucha entre dos ordenadores superinteligentes que hoy en día no es muy novedosa. "Dr. Futurity" y "Solar Lottery" comparten bastantes viajes locos, marca de la casa. "Cosmic Puppets", "The World Jones Made" y "Eye In The Sky" son más recomendables como historias bien narradas.

"Time Out Of Joint" tiene lo que antes se decía que había que hacer con los motores de los coches nuevos (o hay que seguir haciendo): rodaje. Prefigura "Confessions of a Crap Artist", novela de corte realista, muy, muy parecida en algunos aspectos.

Todo fluye de una manera mucho más natural, no friccionan los diferentes elementos.

Destaco este párrafo del principio:



Dick construye sus personajes poco a poco, con calma, y se permite añadir paulatinamente una serie de secundarios de oro. Ahora, que luego esos personajes no sean lo que han parecido ser durante dos tercios de la novela es otra historia. Ni siquiera de la familia, aunque "nothing in the world is equal to it". O la señora que da charlas sobre Defensa Civil, ayudada por su educado hijo. La vecina, casada, pero atractiva, y cada vez más disponible... La cajera del supermercado. Los basureros. ¡Cómo empapa Dick de vida cotidiana esta historia!



El nudo gordiano de la novela comienza a esclarecerse, al ritmo que Dick quiere, y en este caso, se lo tomó con la calma suficiente. Todo por un interruptor de luz. ¿O era un cordel para encender una bombilla? ¿Los trabajadores del supermercado saben hacia dónde deben correr en caso de emergencia?

Vale, no quiero desvelar mucho más. El protagonista, Ragle Gumm corre una serie de aventuras que son desquiciantes, que a veces podrían pasar por divertidas, pero sobre todo por lo bien articuladas que están, en esta novela desarticulada.

Y dice mucho, muchísimo de su época. Aquellos finales de los 50 en Estados Unidos. Lo más era consumir, probar. Todo estaba por construir. Y Dick empezó a ver el final de aquello. Increíble. Alucinante ya sería escribir esta novela en 2018, en el contexto actual. Fue en 1958. Editada en 1959. Supuesto fin de la autarquía española...Moon. Luna. Lunatics. ¿Quién?



En este caso, un placer leer un Penguin de 1976.

jueves, 17 de mayo de 2018

334 (1972) by Thomas M. Disch

Thomas M. Disch es a Truman Capote lo que un excelente actor secundario a una estrella de cine.

Quizás por su carácter, o quizás porque nunca fue a la fiesta apropiada, Disch tuvo que acudir a la mistificación que suponía escribir historias de ciencia ficción en los años 60, para poder escribir lo que él quería escribir. Lo que le suponía un considerable añadido de libertades; y a la vez, de encorsetamientos.




"334" (1972) nunca será una novela de masas, al estilo de "1984" (1948) o "¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?" (1968), por más que sea un complemento necesario de las dos. Una especie de tercer vértice que nos hace pensar en lo que Orwell y Dick se dejan por el camino. No solamente el Estado propone y dispone, y el héroe blanco de toda la vida está cansado de luchar, aspirando solamente a un poco de paz doméstica. También hay gente de otras razas, negros e hispanos en el caso de "334", también hay homosexuales y lesbianas, también hay niños superdotados completamente inadaptados. Ancianos y ancianas que no saben qué hacer con sus vidas. Niños y niñas que desean hacer algo con sus vidas. Discapacitados. Drogadictos por doquier (el drogadicto es quizás el tipo de personaje que mejor aguanta el juicio del público general... ¿?¿?). Y sexo. Bastante (no mucho) sexo, y masturbación. Algo que parece que no es un problema en la gran y genial, blanca y moderna, distopía. Solamente los degenerados de un barrio-hongo neoyorkino lleno de inmigrantes parece que son los suficientemente animales como para pensar en el sexo, como si no tuvieran suficientes problemas ya.

Se sugiere en varios párrafos: lo único a lo que pueden recurrir algunos personajes de la novela (sobre todo los niños) es la a biblioteca pública. Allí comprobarán si lo que piensan es cierto (aunque no lo llegamos a saber).

Los mayores lo tienen más claro: acuden al centro comercial. Cuando no tienen un céntimo, al centro comercial-museo, donde se maravillan de las cosas que algunos pueden o han podido llegar a comprar. Cuando hay algo de dinero en el bolsillo, al de verdad, donde se lo funden todo a las primeras de cambio. ¿Comida? Lo que caiga.

334 es el número de la calle donde se encuentra la inmensa torre de apartamentos donde viven parte de los protagonistas. El ascensor no funciona. Salir a la calle es una aventura. Mientras, los que viven, no aparecen por casa. Van dan tumbos por aquí y por allá, haciendo chapuzas, o cometiendo delitos (que tampoco son demasiado investigados que se diga).

Disch consigue construir una serie de relaciones muy fuertes con unos pocos personajes de una misma familia, sobre todo en el último tercio de la novela. Al final, el lector casi se siente perteneciente a ella. Pero de una familia lejana con la que está bien cenar y charlar un poco una vez cada diez años, para luego salir huyendo por las escaleras, como hace el estudiante Len Rude.

Bueno, en realidad 334 no es una novela. Es un conjunto o "fix-up" de varios relatos, siendo el último el más largo y que le da más cohesión a la historia. Pero esto es lo de menos.

Tiene una carga eléctrica esta novela como pocas veces he leído. Y es una carga negativa. Recomiendo su lectura, pero hay que elegir un fin de semana tranquilo, e intentar leerla del tirón, sobre todo cuando llegamos al capítulo "334". Mejor así.


Lo que piensa Lottie sobre el fin del mundo es el párrafo más acojonante que he leído en mucho tiempo. 


Disch consigue vendernos una novela realista (Zolista) como una de ciencia ficción, pero es que seguramente le obligaron a ello las circunstacias que fueran. En esto, se parece mucho a Philip K. Dick. Ambos tenían una preocupación principal por describir su sociedad y la que auguraban. Por ejemplo, en "The Man Who Japed" (1956), de Dick, el principal temor del ciudadano medio es perder el derecho a poder seguir alquilando su vivienda, y no ser expatriado a un planeta exterior.

Y no han cambiado mucho las cosas. "334" se sitúa entre los años 2021 y 2025. ¡¡No quedan ni tres para acercarnos al 21!! Y sí, muchas cosas son como las que describe Disch. No como realidades individuales, si no más bien como amenazas colectivas, como certeras posibilidades, como absolutas certezas.

Disch, aparte de escribir bien, muy bien, siente más que piensa, y se nota. La pesada carga melancólica de los habitantes de "334" imaginada en 1972 es poesía maldita en el siglo XXI. Para quien se atreva con ella.


domingo, 13 de mayo de 2018

¿Quién es la ciencia ficción?

Hullo there!

Escribía allá por Diciembre del año pasado una entrada sobre el por qué leo ciencia ficción. El paso de lo gótico a lo terrorífico. De lo terrorífico al espacio interior que suponen los espacios interestelares, por así decirlo...

Tampoco es lo mismo leerla que escribirla. Thomas M. Disch hizo justo al revés. Pasó de escribir ciencia ficción al más puro terror. Dominó ambos campos con precisión. Ahora que estoy leyendo su novela "334" estaba pensando...

Hay decenas de definiciones sobre qué es ciencia ficción y no me voy a meter en ellas. También hay muchos escritores "mainstream" que alguna vez se atrevieron a escribir algo de ciencia ficción y no se les conoce por ello. Otros, no salieron nunca del campo de la ciencia ficción.

Doris Lessing es quizás el caso más exponencial de una escritora Nobel que escribió novelas de ciencia ficción. Philip K. Dick, por otro lado, asociado siempre a la ciencia ficción, escribió unas cuantas novelas que, en principio, no lo son (y no por ello son peores, por supuesto).

Hace unos días, 5 de Mayo, la NASA ha lanzado la nave InSight, para poder conocer con más detalle el interior del planeta Marte. Llegará allí en Noviembre. Cualquiera que escriba, por ejemplo, una novela sobre la vida y milagros de uno de los ingenieros que ha trabajado en este lanzamiento, será considerado como alguien que ha escrito una novela de ciencia ficción, ficcionalizando una serie de conceptos y trabajos realizados sobre InSight...

¿Se trataría de una novela de ciencia ficción? ¿No habría que categorizarla como una novela más realista que otra cosa, que narra realidades científicas?

"334" de Disch apenas transluce ciencia ficción. Está ambientada en un Nueva York de 2025 (+/-), y hay una serie de hechos extraños cuando menos, pero ¿es ciencia ficción por ello? No lo es por el deslizamiento temporal ficticio que pretende comunicarnos Disch, o por una serie de pinceladas paisajísticas, si no porque en este caso, es al escritor a quien le interesa plantear una serie de situaciones humanas que deben hacer pensar al lector que estamos ante un mundo que no es ni medio normal, y lo categorizamos, acertadamente en este caso, como "de ciencia ficción". Aunque claro, estamos en el año 2018, la novela es de 1972, y Disch dio en el clavo en ciertos matices y comportamientos humanos, sobre todo en cuanto a la estructura social y legisladora. Como Orwell o Huxley.

Siendo imposible definir ciencia ficción mediante el uso de argumentos concretos o el planteamiento de ideas enmarcadas en un cierto futuro, pienso que es posible definir una novela de ciencia ficción no por su argumento ni por sus pretensiones explicativas de diferentes espacios/tiempos, si no por quién la escribe, teniendo en cuenta su pasado como persona, su personalidad, su psicología y su visión del mundo. Y con la "mezcla" adecuada, ese escritor tienda a escribir ciencia ficción, sin quizás saberlo él mismo. Ni nosotros, pensando que estamos leyendo una novela "realista". "Confesiones de un artista de mierda" de Dick podría ser ciencia ficción con un par de retoques marca de la casa. Pero esto es porque Dick se preocupaba mucho por describir algo que quizás no era evidente para todo el mundo y debía buscarse la vida como escritor acudiendo a la tienda de disfraces de ciencia ficción de la esquina.

Tengo ante mis manos un librito que se llama "The Science Fiction Novel: imagination and social criticism", con una serie de ensayos. El ensayo del bueno de C.M. Kornbluth se llama "The Failure of the Science Fiction novel as Social Criticism", y comienza diciendo que le gustaría hablar de "the Science Fiction Novel as Fun for One and All, or the Science Fiction Novel as Psychotherapy for the Neurotic Author, but there is a job to be done...".

Cualquier escritor con el suficiente sentido del humor (Jonathan Swift), o con la suficiente neurosis encima (apuntemos aquí "Los mundos de Herovit" de Barry Malzberg o cualquier novela de Ballard), es posible que termine escribiendo ciencia ficción (disfrazada o no). Cualquier ingeniero informático también (Greg Egan, por ejemplo). El aspecto social/humano es quizás el de Disch, como lo fue el de Wells, London, el mismo Kornbluth, Aldiss, Silverberg, y el de tantos otros escritores que tenían un interés real por realzar cuestiones sociales en sus escritos, y que se valieron de los disfrazes que pudieron.

Todos son válidos, siempre que sea algo espontáneo, y exista la sátira, el humor, la neurosis o las ganas de maravillar con la ciencia per se, sin artificiosidad alguna.

¿Están destinados ciertos escritores a escribir ciencia ficción? ¿Escribir ciencia ficción implica ser cierto "tipo" de persona? No se puede zanjar la cuestión con estas preguntas tan básicas. Pero creo que pudiera ser que sí. Aunque habrá excepciones. Llegarán a las librerías productos de "ciencia ficción" escrita mecánicamente. Quizás no sean las excepciones. Quizás sea lo que más abunde en las baldas. Productos fabricados por gente que no posee el perfil para escribir una ciencia ficción que perdure y tenga más alma que la de su creador. Una especie de engaño con el que hay que tener cuidado. Claro que cualquiera puede escribir lo que le dé la gana, pero algunos llevan dentro lo necesario, y otros no. Y quizás este "lo necesario" es definitorio de lo que pueda ser ciencia ficción.

Así pues, me lanzo: una novela de ciencia ficción no se define por su contenido, forma o fondo, si no por quien la escribe, y este escritor seguramente es un payaso (en el mejor sentido de la palabra), o bien un neurótico, o bien un técnico con buenas capacidades para narrar. O todo junto.

Exagerando, claro, pero espero que la idea haya quedado más o menos anclada.

Veré cómo soporta el paso del tiempo esta idea. A día de hoy, 13 de Mayo de 2018, lo que se vende como ciencia ficción en las estantería de nuestras librerías no es más que un cúmulo de fantasías mal que bien escritas en su mayor parte, y por otro lado, cierta antología de los "clásicos y modernos" que han tenido la suerte de llegar hasta ellas (el ejemplo más evidente es Asimov, cuya ciencia estará muy bien, pero cuya ficción es demoledoramente inhumana y ha hecho mucho daño a la edición de ciencia ficción fuera del mundo anglosajón).

Por cierto, "334" fue editada por Martinez Roca en 1993... y no se ha vuelto a saber de ella...

Yo leo una edición inglesa de Sphere de 1974...