Hullo there!
Escribía allá por Diciembre del año pasado una entrada sobre el por qué leo ciencia ficción. El paso de lo gótico a lo terrorífico. De lo terrorífico al espacio interior que suponen los espacios interestelares, por así decirlo...
Tampoco es lo mismo leerla que escribirla. Thomas M. Disch hizo justo al revés. Pasó de escribir ciencia ficción al más puro terror. Dominó ambos campos con precisión. Ahora que estoy leyendo su novela "334" estaba pensando...
Hay decenas de definiciones sobre qué es ciencia ficción y no me voy a meter en ellas. También hay muchos escritores "mainstream" que alguna vez se atrevieron a escribir algo de ciencia ficción y no se les conoce por ello. Otros, no salieron nunca del campo de la ciencia ficción.
Doris Lessing es quizás el caso más exponencial de una escritora Nobel que escribió novelas de ciencia ficción. Philip K. Dick, por otro lado, asociado siempre a la ciencia ficción, escribió unas cuantas novelas que, en principio, no lo son (y no por ello son peores, por supuesto).
Hace unos días, 5 de Mayo, la NASA ha lanzado la nave InSight, para poder conocer con más detalle el interior del planeta Marte. Llegará allí en Noviembre. Cualquiera que escriba, por ejemplo, una novela sobre la vida y milagros de uno de los ingenieros que ha trabajado en este lanzamiento, será considerado como alguien que ha escrito una novela de ciencia ficción, ficcionalizando una serie de conceptos y trabajos realizados sobre InSight...
¿Se trataría de una novela de ciencia ficción? ¿No habría que categorizarla como una novela más realista que otra cosa, que narra realidades científicas?
"334" de Disch apenas transluce ciencia ficción. Está ambientada en un Nueva York de 2025 (+/-), y hay una serie de hechos extraños cuando menos, pero ¿es ciencia ficción por ello? No lo es por el deslizamiento temporal ficticio que pretende comunicarnos Disch, o por una serie de pinceladas paisajísticas, si no porque en este caso, es al escritor a quien le interesa plantear una serie de situaciones humanas que deben hacer pensar al lector que estamos ante un mundo que no es ni medio normal, y lo categorizamos, acertadamente en este caso, como "de ciencia ficción". Aunque claro, estamos en el año 2018, la novela es de 1972, y Disch dio en el clavo en ciertos matices y comportamientos humanos, sobre todo en cuanto a la estructura social y legisladora. Como Orwell o Huxley.
Siendo imposible definir ciencia ficción mediante el uso de argumentos concretos o el planteamiento de ideas enmarcadas en un cierto futuro, pienso que es posible definir una novela de ciencia ficción no por su argumento ni por sus pretensiones explicativas de diferentes espacios/tiempos, si no por quién la escribe, teniendo en cuenta su pasado como persona, su personalidad, su psicología y su visión del mundo. Y con la "mezcla" adecuada, ese escritor tienda a escribir ciencia ficción, sin quizás saberlo él mismo. Ni nosotros, pensando que estamos leyendo una novela "realista". "Confesiones de un artista de mierda" de Dick podría ser ciencia ficción con un par de retoques marca de la casa. Pero esto es porque Dick se preocupaba mucho por describir algo que quizás no era evidente para todo el mundo y debía buscarse la vida como escritor acudiendo a la tienda de disfraces de ciencia ficción de la esquina.
Tengo ante mis manos un librito que se llama "The Science Fiction Novel: imagination and social criticism", con una serie de ensayos. El ensayo del bueno de C.M. Kornbluth se llama "The Failure of the Science Fiction novel as Social Criticism", y comienza diciendo que le gustaría hablar de "the Science Fiction Novel as Fun for One and All, or the Science Fiction Novel as Psychotherapy for the Neurotic Author, but there is a job to be done...".
Cualquier escritor con el suficiente sentido del humor (Jonathan Swift), o con la suficiente neurosis encima (apuntemos aquí "Los mundos de Herovit" de Barry Malzberg o cualquier novela de Ballard), es posible que termine escribiendo ciencia ficción (disfrazada o no). Cualquier ingeniero informático también (Greg Egan, por ejemplo). El aspecto social/humano es quizás el de Disch, como lo fue el de Wells, London, el mismo Kornbluth, Aldiss, Silverberg, y el de tantos otros escritores que tenían un interés real por realzar cuestiones sociales en sus escritos, y que se valieron de los disfrazes que pudieron.
Todos son válidos, siempre que sea algo espontáneo, y exista la sátira, el humor, la neurosis o las ganas de maravillar con la ciencia per se, sin artificiosidad alguna.
¿Están destinados ciertos escritores a escribir ciencia ficción? ¿Escribir ciencia ficción implica ser cierto "tipo" de persona? No se puede zanjar la cuestión con estas preguntas tan básicas. Pero creo que pudiera ser que sí. Aunque habrá excepciones. Llegarán a las librerías productos de "ciencia ficción" escrita mecánicamente. Quizás no sean las excepciones. Quizás sea lo que más abunde en las baldas. Productos fabricados por gente que no posee el perfil para escribir una ciencia ficción que perdure y tenga más alma que la de su creador. Una especie de engaño con el que hay que tener cuidado. Claro que cualquiera puede escribir lo que le dé la gana, pero algunos llevan dentro lo necesario, y otros no. Y quizás este "lo necesario" es definitorio de lo que pueda ser ciencia ficción.
Así pues, me lanzo: una novela de ciencia ficción no se define por su contenido, forma o fondo, si no por quien la escribe, y este escritor seguramente es un payaso (en el mejor sentido de la palabra), o bien un neurótico, o bien un técnico con buenas capacidades para narrar. O todo junto.
Exagerando, claro, pero espero que la idea haya quedado más o menos anclada.
Veré cómo soporta el paso del tiempo esta idea. A día de hoy, 13 de Mayo de 2018, lo que se vende como ciencia ficción en las estantería de nuestras librerías no es más que un cúmulo de fantasías mal que bien escritas en su mayor parte, y por otro lado, cierta antología de los "clásicos y modernos" que han tenido la suerte de llegar hasta ellas (el ejemplo más evidente es Asimov, cuya ciencia estará muy bien, pero cuya ficción es demoledoramente inhumana y ha hecho mucho daño a la edición de ciencia ficción fuera del mundo anglosajón).
Por cierto, "334" fue editada por Martinez Roca en 1993... y no se ha vuelto a saber de ella...
Yo leo una edición inglesa de Sphere de 1974...
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