martes, 6 de agosto de 2019

Dhalgren Dos - Delany Makes it

Ha sido como cuando intentas adelantar a un vehículo en un carretera de doble sentido. Debes calcular el tiempo que te va a llevar la maniobra, teniendo en cuenta la potencia de tu coche, la distancia de la recta por la que vas, y la seguridad con la que piensas que nada ni nadie se va a aparecer por el carril contrario en los próximos segundos...

Gestionas tantas cosas en tan poco tiempo, y te va la vida en ello...

Gestiona también, lo mejor posible, el hecho de cómo entras en Bellona, (ya es suficientemente complicado llegar hasta allí, -como relaté en la anterior entrada-), hasta llegar a vislumbrar la cubierta del libro en tus propias manos (el camión ya está justo delante tuyo). Y resta lo más difícil. Sobre todo, ten en cuenta, piénsalo bien, cómo cojones vas a salir de Bellona (y seguir carretera hacia adelante), si es que sales, y vuelves a entrar... 





Creo que nunca he leído tantas veces las primeras páginas de una novela, mientras a la vez avanzaba con la historia. Nunca he vuelto atrás una y otra vez para comprobar ¿el qué?...

Con novelas como "Dhalgren" los dispositivos electrónicos de lectura pierden toda su utilidad. Más allá de Bellona, lo que triunfa es el papel, y los revolcones que es capaz de soportar sin rechistar.



Portada 1ª edición

A pesar de que el número de personas que se acerquen a leer esto con atención sea ínfimo, no estoy por la labor de escribir ningún spoiler de la novela. Aunque podría tener mis razones.

Rabia, ortodoxia, imaginación. Creo que estas son las tres características que definen la actitud de Delany hacia su novela. Y las tres se complementan muy bien.

Rabia. Delany maltrata al lector como nunca lo he sentido yo al menos. Dejo aquí unas reflexiones de William Gibson:


... is not there to be finally understood...

Resumiendo: "Dhalgren" no debe ser resuelto, finally. A la vez, es un texto coherente, consciente de sí mismo, y llega a ser algo por sí mismo. Verdad. También lo es que se trata de una novela resuelta, no es cuestión de asustar al personal. Lo que ocurre es que está resuelta en el sentido que Delany quiso, y sólo en éste. Está todo tan medido, de aquí la ortodoxia, que Delany en todos los años que dedicó a este trabajo no dejó absolutamente ningún resquicio sin resolver. Otra cosa, como digo, es que sea el lector el que deba acarrear con las consecuencias. Una vez tras otra, cuando parece que alguno de los personajes clave va a soltar prenda, la escena se interrumpe. Al principio uno no se da cuenta. O supone que Delany quiere darle emoción a la cosa. Pero según uno se acerca al final, cuando aproximadamente queda un tercio de tocho, uno piensa que no, que Bellona va a seguir siendo Bellona tal y como es, ahí te quedas, lector, ¿te crees que en la vida todo es tan fácil?, las explicaciones se las vas a pedir a otro, pero aquí no las vas a encontrar. Aún así, la historia se entiende. Claro que se entiende, ¡ojo! Se dan las suficientes claves, porque Delany nos las proporciona. Pero como bien dice William Gibson, "Dhalgren" tiene entidad propia. 
A Frederick Pohl se le cita en la anteportada: la he leído tres veces y probablemente la lea al menos otras tres más. Yo también volvería a hacerlo. Pero creo que no voy a tener tiempo. Una referencia al tiempo, una de tantas: 


...Lanya observa que para componer la banda sonora de la novela, "Diffraction", apenas han estado dos horas en ello. Para Kid han sido quizás veinte minutos...


Delany, más allá de su ortodoxia y de su rabia (aunque también tiene que ver con ésta) se toma sus licencias, que no tienen nada que ver con la estructura de la novela ni con su comprensión. Las largas descripciones sobre los escorpiones, sus salidas o correrías (runs) y sus relaciones (orgías) sexuales entre ellos son cosa suya, como lo pueden ser las descripciones de los paisajes que usaba Stifter en su "El Veranillo de San Martín" (siempre la Naturaleza presente). Aunque en este caso, la formación de Kid es radicalmente diferente. Delany se arriesgó, se la jugó. Por momentos la novela se vuelve un tostón. Lo reconozco. Como pasa con los grandes clásicos también. Pero ahí queda eso. Páginas y páginas describiendo cómo se lo hacen una serie de hombres y mujeres, y aún así, es lo de menos. Toda esa imaginería de cuero, sudor, suciedad, neones, griterío, insulterío, rough sex,... es lo que peor ha soportado el paso del tiempo en Bellona; y habría de aparecer el SIDA, claro. Tarde o temprano, en Bellona, también. Aunque, paradojicamente, para Delany, en su momento quizá lo más importante fuera incluir todo el sexo que pudiera en su novela...

No hay género como la ciencia ficción para colársela al lector. 

De aquí que últimamente haya facciones tan descaradamente políticas en el mundo de la ciencia ficción (¿norteamericana?). 

Descaradamente reaccionarias, quiero decir. Se han apuntado al carro, intentando difundir sus ideas a través de inocentes novelas de fantasía y de ciencia ficción (que no tengo la menor intención de leer, pero sé que existen y están por ahí, y quizá me la cuelen por algún sitio pero intentaré estar bien atento). 

Por esto, es tan importante la crítica y el ensayo en el mundo de la ciencia ficción. No hace falta más que hacer referencia al clásico ensayo de Lem sobre Dick y la sci-fi americana. Es un cuento viejo ya. Pero hoy en día hay que estar incluso más alerta.

Aunque me falta información. Daría mucho por tener más tiempo y poder leer las memorias de este hombre: The Motion Of Light In Water (1988).


Ahondando un poco en el tema, la siguiente frase nos da una clave:


In this city, where nothing happens, it is worth your sanity to refuse anything new (párrafo superior).

¿Qué hacen los habitantes de Bellona a lo largo del día? Una cosa es que a Delany le interesase el sexo. Otra es la coherencia de la novela. Evidentemente, esa ortodoxia implacable le hace seguramente escribir a Delany lo que se supone que los habitantes de Bellona harían si vivieran allí (o cualquiera de nosotros) ¿O no? No hay nada que no sea coherente. Podría cortar por lo sano, quizá: Kid estuvo follando sin parar toda la semana con Tanya y Denis. Vale. Nos hacemos una idea. Son muy jóvenes, por otro lado. Y ahora, ¿sobre qué escribo?

Bastante es que se haya editado un montón de ejemplares de un libro de poemas que da mucho que hablar. Aparezca un astronauta que acaba de volver de la Luna. Se componga música. Se cree una escuela. Pero Delany debe seguir dando cuerpo a la vida que se da en Bellona. Conversaciones, meditaciones, reflexiones, observaciones. La noche. Los edificios. Los espectáculos astronómicos que se dan. También prepararse la comida. Ir al baño, mear y cagar. Trasladarse de piso. Emborracharse. Drogarse. Y aún así, hay que vivir el resto del tiempo. Hay que rellenar nuestra vida: surgen el sexo y la violencia. No hay otra. Por eso también se arman los jóvenes de orquídeas de metal (especie de manos metálicas extendidas y dedos a la manera de cuchillas), de cadenas y de prismas, espejos y lentes... 


...una de las pistas que nos da Delany... (y muy al principio, por cierto)

Otra pista:


Surge Escher, de las pocas referencias expresas culturales que hay en la novela, mientras Denny les enseña a Lanya y a Kid sus más preciados objetos personales (posteriormente salvados de un incendio).

Aquí un ejemplo de la excelsa prosa-poesía de Delany, escribiendo sobre la noche en Bellona:

 ... timeless city... ash and smoke... reconstituted disorder... 

Hay algo de la imaginería de Lovecraft en todo ello, haciendo referencia al tiempo, a las deidades, a lo apócrifo, al caos, y a una posterior reproducción... Pasajes como estos son comunes, reflexiones del poeta Kid, sobre qué es lo que posiblemente le rodea. Impagable. 

Otro ejemplo de simbolismo apabullante:

 ... A memory of rustling italicized the silence... 

Pone los pelos de gallina la breve frase; goosebumps. Término que por cierto se desliza a lo largo de Bellona como si fuera un viento que airea su estancia. 

Según pasa el tiempo, uno cuando ha dejado Bellona debe pasar a otra cosa (a Frank Herbert, concretamente). Pero la huella es fuerte. 

Para dejar más claro el asunto de la ortodoxia. Todavía a día de hoy existe una página web en la que un tipo tiene anotadas las correcciones a las diferentes ediciones de "Dhalgren". Correcciones que llaman la atención por lo exhaustivas y detallitas que son:

Kevin J. Ring - oneringcircus.com 


  Dos cubiertas de ediciones más modernas

Dejo para el final la imaginación. Más allá del exceso enrabietado de Delany, sus desbordantes ideas son brillantes y tremendamente intrigantes. Las dos Lunas creando sombras dobles en las habitaciones en las que hay alguien capaz de observarlas... El Sol que envuelve Bellona con unas dimensiones que ocupan la mitad o más del cielo abierto:

... what they could see of it [the Sun] filled half the visible sky...

 Y sin embargo, Kid, dice que es el Sol. ¿No ves, es solamente el Sol? Con esa pose de tranquilidad que ha desarrollado en Bellona, al ser él mismo un superviviente de aquella incomprensible ciudad.

Hay un par de personajes que me gustan mucho. Uno es Tak Loufer, quizás el más probable alter ego del propio Delany en Bellona. Ingeniero que se encarga básicamente de dos cosas: una, él suele dar la bienvenida a los recién llegados de una manera oficial, y de otra menos formal (el lector descubrirá qué es lo que hace con los jovencitos sin complejos que acaban de llegar, como Kidd); y, dos, sabe descubrir los mejores rincones de la ciudad. Un par de ejemplos: 

 ... I used to come down here for my science fiction until there wasn't anything on the selves any more...

Tak le lleva a Kid a visitar una de las librerías de Bellona. En esas misas baldas de Literatura Americana, aparecen decenas y decenas de copias del libro de poemas de Kid: Brass Orchids [Orquídeas de Latón]. Más tarde, hacia el final de la novela le preguntará Kid al editor, el conservador Caulkins dónde y real y materialmente confeccionan el Bellona Times (gaceta diaria) y el libro con sus poemas (o con alguno de sus poemas, más bien). 

Más tarde, en otra visita, que sin duda, en mi opinión, es el clímax imaginativo de la novela, sobre la página 555, Tak le lleva a Kid a visitar un pabellón industrial. Se cuelan por una inmensa persiana. ¿Acaso trabaja aquí el señor Richards?, se pregunta Kid, ese tipo que es el padre de esa familia que podría ser la suya, que tanto acaba por odiar. Comportamientos tan familiares, intentando negar como sea el hecho de que Bellona haya dejado de ser una ciudad como otra cualquiera, que hacen que la postura de Kid se radicalice y su proceso de aprendizaje avance consecuentemente contra el muy hipócrita conservadurismo de los Richards. 

... like you have, isn't it?... 

De repente, en el interior de la nave Kid observa que hay miles y miles de esos puños metálicos con peligrosas cuchillas soldadas almacenados en cientos de cajas de cartón. Se llaman Brass Orchids, así se titula también su poemario, impreso seguramente como por arte de magia en alguna nave cercana... Y hay muchas más cosas extrañas en esa nave. Prismas, espejos, lentes, cadenas. E infinidad de bolas de plástico rojo, partidas por la mitad, del tamaño de un ojo humano... ¡¡Dios!!

¿Qué cojones hacen ahí es lo que se pregunta cualquiera que haya llegado a este punto de la novela? No hay explicación. Pero la sugerencia es tal, las posibilidades que se abren en nuestra mente llegados como digo a este punto son de tal magnitud que uno incluso se pregunta si Bellona no deja de ser un experimento del gobierno americano. ¿Un grandioso homenaje a 'The Tunnel Under The World'? Y como todavía quedan 150 y pico páginas... esto seguro que se nos va a explicar... ...en algún momento... ... puede que todo esté siendo grabado y analizado desde... 

Pero no. Bellona es un país independiente. Aún así, para Tak la existencia de los libros, los puños y lo demás es normal.

El otro personaje que me parece muy interesante (le da un aire muy fresco a la novela) es el astronauta Kamp. Kid lo conoce por primera vez en el Teddy's (el bar donde se reúne la chavalería scorpion y acuden muchos más personajes). Y desarrollan entre ellos conversaciones que parecen haber sido grabadas con grabadora oculta, de lo verosímiles que resultan. A los días, ambos hablan en la fiesta que Caulkins ofrece a Kid en honor a su libro de poemas. Kamp reconoce que está harto de que todo el mundo le pregunte por su viaje a la Luna, apuntando que ya ha vuelto a la Tierra, que solamente estuvo allí seis horas. Todo ello en un tono bastante humorístico. Aunque posteriormente, gracias a la especial capacidad de Kid de arrancar a sus amigos y conocidos reflexiones que nunca hubieran realizado delante de cualquier otra persona, Kamp describe sus sensaciones reales al llegar a la Luna (no ofrece el tipo de respuestas que ya ha automatizado para las preguntas de siempre), y que son terriblemente interesantes. Es decir, Delany consigue ficcionalizar sensaciones que van más allá de las aventuras reales de Aldrin y Amstrong. Kamp también describe un experimento (terrestre) con jóvenes y el LSD que es de lo más revelador. En realidad, Delany nos hace ver que en la vida del astronauta, por muy importante que haya sido su viaje a la Luna, hay cosas que pueden ser más interesantes. Quizá si cabe más valiosas. Kid, como digo, es esa voz que sabe sacar lo mejor de cada habitante de Bellona. Esto es así. Nunca ocurre al revés. A huge capacity for love... como se dice en la contraportada de mi ejemplar de "Dhalgren": 




Aún así, la realidad supera a la ficción. Estoy escuchando ahora un trabajo musical de Anne Guthrie, Brass Orchids... Con lo cual ya tenemos el libro de poemas y los puños cuchillosos en la ficción y en la realidad un conjunto notable de experiencias sonoras que captan la idiosincrasia de Bellona. Aquí, la página de la autora: 


Portada de "Brass Orchids" (2018), de Anne Guthrie.


He de reconocer que mientras leía "Dhalgren", lo que escuché, una vez tras otra, fue "After The Rain" (2012), obra de ese inglés tan admirador de la escuela de música electrónica de Berlín, Ian Boddy. Un disco cautivador, aparentemente tranquilo, pero con unas violentas salidas de tono que se prestan muy bien a la atmósfera de Bellona. 

Tengo que escribir necesariamente sobre el personaje de Lanya Colson. La novia de Kid(d) y también de Denny, por qué no decirlo. Dos poetas muy diferentes también aparecen por Bellona. Como ya se ha dicho, uno es Newboy, el que está de paso. Representa a la figura del poeta maduro y más conservador, que charla bastante con Kid, y a quien intenta aconsejar con la mejor intención. Como de costumbre, Kid acaba por realizar preguntas a las que no están acostumbrados sus entrevistados y se generan diálogos muy interesantes. El otro poeta, local, es Frank. Hay un momento en el que se da por hecho que es él el dueño del cuaderno que se ha encontrado en el parque Kidd. Pero no lo es. Frank acaba siendo el peor crítico de la poesía de Kid. ¿Cómo pueden ser buenos sus poemas si apenas lleva dos semanas escribiendo poesía? Bien, Delany confronta las dos ideas. Es posible que uno tenga que pulir muchísimo sus poemas para que finalmente sean buenos. También es posible que uno capte el momento que quiere poetizar con las debidas palabras, sin necesidad de mayores correciones. 

Es Lanya, sin embargo, la que acaba consolando a Kid, tras la severa crítica de Frank, aportando una reflexión muy interesante: 

... but, today, so many people do so many things very well, and so many people are seriously interested in so many different things people do for their own different reasons, you can't call any thing the best for every person.

Que esto fuera cierto en los años setenta es una cosa. Pero ¿hoy en día? Cualquiera, absolutamente cualquiera, puede aspirar a escribir una novela, por ejemplo; aunque sea en una biblioteca pública donde le podrían proporcionar un ordenador o papel y boli. O ya con más medios, interesarse repentinamente por cualquier tipo de extremo montañismo comprando un equipo nuevo en cosa de dos horas (o veinte minutos)... Todo ello con sus ventajas (el disfrute per se). Y desventajas: evidentemente la primera, la de perder de vista entre todos nosotros un horizonte de calidad mínima a la hora de lanzarnos hacia nuestros intereses... 

Lanya, una joven valiente, inteligente, independiente, hermosa. 

Un ejemplo ahora de lo que Delany propone en la parte final de la novela (aproximadamente durante 10 páginas -651/662-): 


Muestra en directo sus propias correciones. Más allá de ser algo curioso para el lector (quizá esta proposición de Delany sea la más benevolente de la novela, en el sentido de que no nos la hace sufrir más allá de diez páginas), me hace pensar en lo terriblemente cansado que debió ser para Delany escribir esta novela tan ortodoxa en sus condiciones de dislexia. 

Una última reflexión. Uno en Bellona se puede tomar ciertas libertades. Puede acercarse al supermercado de la esquina y servirse, de forma gratuita. Alguien repondrá las baldas. O puede coger el autobús. Ese vehículo que a la manera de un fantasma sigue recogiendo pasajeros. Ir al Teddy's, y tomarse una cerveza a la salud de Bellona. Uno de los personajes más esquivos (aún para Kid) y que peor rollo da de la novela es un tipo que quiere seguir pagando por sus cervezas, aunque sean gratis. Pero la moneda de cambio en Bellona no es el dinero; apenas quedan billetes de la etapa anterior. Kid lo invita con un billete de dólar. [El lector se entera más tarde de cómo Kid consigue el billete. El final de la novela no es del todo lineal temporalmente]. Se sugiere que este tipo que quiere seguir manteniendo las costumbres de toda la vida, y pagar por sus cervezas, es un francotirador. Por cierto, los dos lugares en los que se produce más violencia en Bellona son un centro comercial y la sede de un banco. 

En general, uno puede hacer lo que le de la gana (lo que suele acabar normalmente en sexo - siempre consentido-). [A excepción de la violación de George sobre June, que se convierte en uno de los hilos conductores de la narración, aunque nunca se llega a explicar realmente lo que ocurrió]. 

Sin embargo, es muy interesante comprobar que cuando un grupo de desconocidos comienza a vivir en comandita, en un mismo espacio cerrado, se crea costumbre, y se crea cultura, a un ritmo muchísimo más rápido de lo que podría parecer en un principio. Parece como que si alguien lava la primera noche de comuna los platos, se adjudica la tarea... Veamos lo que escribe Delany:

... it is often just when we are most aware of the freedom of the field in which we move that our actions become most culture-bound? 

A continuación, el fin literal de la novela: 




Dejo de revisar el cuerpo de la novela, y voy a incluir una serie de fotos editadas, sacadas de noticias reales, que me sugieren cómo podría ser Bellona... en algún momento...






Finalmente, apuntar que si me he tomado tanto trabajo en intentar describir, aunque sea mínimamente esta novela, es por algo. Vale la pena. Luego la echamos de menos. Como se echa de menos ese lugar al que vamos de vacaciones, en el que nos podíamos tomar algunas libertades respecto a nuestra vida cotidiana. 


Thank you Samuel


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